Asamblea debe examinar con microscopio cada préstamo que se pide

Ningún comunicador independiente ha tenido acceso al hospital temporal instalado en CIFCO, a lo que se suma un hecho más que perjudicial para nuestro país, para todo país que se encuentre en similar trance: el señor presidente no hace caso de reparos, observaciones, advertencias.

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Jorge Aguilar fue destituido de su cargo como presidente de Fonaes, luego de que un medio de comunicación diera a conocer que su empresa había vendido máscaras protectoras a Salud. Foto EDH

Por El Diario de Hoy

2020-06-29 6:00:16

Antes de aprobar nuevos préstamos la Asamblea debe plantearse tres preguntas: la primera, si hay claros objetivos para los cuales esos recursos son imprescindibles; la segunda, si se dispone de los necesarios mecanismos de control para asegurarse de que esos dineros se utilizarán para llenar funciones esenciales; la tercera, si el país tiene posibilidad de pagar en un futuro no muy lejano esos compromisos.

Nadie sabe exactamente cuánto ha costado la construcción del hospital temporal en CIFCO, y decimos temporal porque a menos que la Asamblea apruebe la barbaridad de privar al país de un Centro de Ferias y Convenciones, como en su momento fueron Consuma, otras exhibiciones y un centro de votación importante, se podría hablar de “Hospital El Salvador” o como se le quiera llamar.

La ciudad, nuestro país, no puede ni debe quedarse sin un lugar donde celebrar convenciones, realizar conciertos, convocar a grupos sociales a reunirse en un espacio amplio y seguro, ubicado en un punto central del país.

Durante el clepto-régimen de Funes, la exprimera dama, Vanda Pignato, usurpó espacios utilizados por comunidades o movimientos de diversa naturaleza para instalar en ellos su ocurrencia de “ciudad mujer”, que no pasó de rendir medianos o mediocres servicios a las supuestas beneficiarias.

Una muy buena obra social que se perdió fue la Ciudad de los Niños en Santa Ana, donde se recogían niños abandonados, niños de la calle, para educarlos y guarecerlos.

Los parques, el CIFCO, los terrenos del jardín alrededor del Salvador del Mundo, el espacio del Redondel Masferrer, el Parque Zoológico, etcétera no son lugares donde al capricho de un mandatario de turno se va a edificar lo que se cruce por la cabeza, pues son lugares donde la gente, los capitalinos, tienen la posibilidad tanto de pasear, como de no sentirse aprisionados en una jungla de ladrillos y asfalto.

Se habla de que el hospital temporal costó…. ¿cuánto? ¿Veinte millones? ¿Cincuenta? ¿Cien….?

Pero no se han realizado las debidas auditorías y nadie responde de que alguna fracción de esos dineros no haya desaparecido, que se los tragó la tierra.

La pandemia es una terrible realidad, resultado principalmente de la censura a un médico chino, el doctor Li Wenliang, que dio la alerta pero fue perseguido por “difundir falsos rumores” cuando en ese momento pudo contenerse.

La lucha contra la pandemia no fue diseñada por epidemiólogos ¡Dios nos guarde!

La censura, las mordazas, el acoso a informadores y medios de difusión, el cerrar acceso a lo que son lugares públicos, se traduce en enormes costos para un país y en el caso del coronavirus, para el mundo.

Ningún comunicador independiente ha tenido acceso al hospital temporal instalado en CIFCO, a lo que se suma un hecho más que perjudicial para nuestro país, para todo país que se encuentre en similar trance: el señor presidente no hace caso de reparos, observaciones, advertencias.

Si no se le ocurrió tal o cual cosa, o la ataca o la ignora.

De allí que las estrategias para combatir la pandemia no fueron ni determinadas ni consultadas con epidemiólogos, médicos especialistas, profesionales experimentados, sino por lo que al señor presidente se le iba ocurriendo “y punto”, como cerrar al capricho empresas, perseguir grupos, descalificar interlocutores…

Las consecuencias han sido terribles, además del atropello a tantas personas que se obligó a internarse en campos de concentración donde soldados y policías disponen, no médicos..