Advierte el G7: guerra comercial está provocando una crisis

Una guía para todas las naciones es la experiencia de los países destruidos en la Segunda Guerra Mundial como Alemania, Japón, Corea en los años cincuenta. La fórmula básica fue eliminar regulaciones, controles, barreras, para dejar que sea la gente siguiendo sus iniciativas y sus mejores instintos, la que labre su bienestar, cada uno de forma propia.

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El primer ministro italiano Giuseppe Conte, el primer ministro japonés Shinzo Abe, el presidente estadounidense Donald Trump, el presidente francés Emmanuel Macron, la canciller alemana Angela Merkel, el primer ministro canadiense Justin Trudeau y el primer ministro británico Boris Johnson durante una sesión de la cumbre del G7. Foto/AFP

Por El Diario de Hoy

2019-08-26 6:30:09

Varios de los asistentes a la reunión del G-7 en Biarritz, Francia, externaron su preocupación de que la guerra comercial desatada por Estados Unidos “contra el mundo entero” provoque una crisis económica mundial.

Hasta la llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos, bajas tarifas y libertad de comercio fue la norma entre las naciones industriales y muchas del mundo en desarrollo, pues como se demostró desde la “Revolución Industrial” a finales del siglo XVIII, las dos partes en un intercambio se benefician, pues de no ser así, este no se realizaría.

Como lo hemos ya ilustrado, si Juan compra una camisa a Pedro, es porque valora más la prenda que el dinero que entrega, como a su vez Pedro prefiere más lo que recibe que la camisa.
El mercantilismo, que se creía superado por ser una aberración económica, de pronto revive para desgracia de todos.

La última vez que se dictaron restricciones al comercio por varios países fue en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, una política que no siguió Alemania Federal, la potencia derrotada, y que en parte significativa contribuyó a convertirla, actualmente, en el segundo país líder exportador del mundo.

El actual de facto emperador de China, Xi Jinping, lo expresó en claros términos: nadie gana una guerra comercial, todos pierden. Y si al aplicar mayores aranceles a determinados productos de un país, se le insulta, el aire se enrarece más, como al decir que los vinos estadounidenses son mejores que los franceses, lo que la mayoría de catadores oye y les hace sonreír. ¿Y los quesos?

Excelentes vinos se producen en muchas regiones del mundo, a lo que se agrega el dicho de “de gustibus non est ad disputandum” (sobre gustos no hay disputas), pues siguiendo al poeta Manuel Gutiérrez Nájera, quien escribe estas letras se decanta por “los verdes y claros vinos del Rhin”…

Pero el proteccionismo al extremo solo marginalmente afecta a los que pueden escoger entre determinados vinos o determinados automóviles; como en todas las guerras las víctimas son todos y en particular los más débiles de las sociedades: los jóvenes, aún jóvenes con título universitario, las personas mayores, los que carecen de habilidades, los sin hogar, los muy pobres.

Las recesiones económicas generan olas negativas en el mar mundial, sino tsunamis; siempre hay unos pocos gananciosos, pero la mayoría sufre, pues inclusive padece el exitoso hombre de negocios o profesional que se ve forzado a dejar cesantes a un numero de empleados, o le toca contemplar las penurias que caen sobre familiares y amigos.

Para salir de recesiones aplíquense las leyes del mercado

Los salvadoreños continuamos padeciendo las terquedades de los efemelenistas, como acaece con los venezolanos que en su momento fueron seducidos por las lisonjas y promesas de Hugo Chávez, cuyas nada agraciadas hijas, por cierto, son multimillonarias.

Una vez que se cae en la espiral descendiente, como el famoso Maelstrom Del Mar Báltico, ¿cómo escapar?

Una guía para todas las naciones es la experiencia de los países destruidos en la Segunda Guerra Mundial como Alemania, Japón, Corea en los años cincuenta.

La fórmula básica fue eliminar regulaciones, controles, barreras, para dejar que sea la gente siguiendo sus iniciativas y sus mejores instintos, la que labre su bienestar, cada uno de forma propia.
O como lo expresaron grandes pensadores, “dejar hacer, dejar pasar…”