Costa Rica sufre las consecuencias del benefactorismo

Una ultrasonografía se programa para dos o tres años más tarde, cuando con alguna probabilidad el paciente está haciéndosela en el más allá. Y tanta burocracia ha hecho del país el más caro de la región.

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2018-10-21 10:04:19

Costa Rica, como ha sucedido en El Salvador, está sufriendo el saqueo de burócratas cuyo lema puede resumirse en una frase: “Ustedes nos dan su dinero, nosotros lo despilfarramos”.

El gobierno ha lanzado una propuesta fiscal que describe como “moderna y progresista”, en el sentido de copiar lo que prevalece en numerosos países de ir elevando las tasas impuestas a medida que suben los beneficios de una empresa, pese a que esos beneficios los invierte mejor quien los obtiene, que un pequeño grupo que se los reparte en salarios y en más burocracia, burocracia para sus allegados y parentelas.

Pero en su obsesión por “repartir la riqueza” y unas simplísticas discusiones sobre si los impuestos que van a decretarse son “recesivos” o “progresivos”, pierden de vista un contundente hecho: todo impuesto lo termina pagando el consumidor, por lo que quienes más consumen, pagan más impuesto, y los que menos consumen, pagan menos.

Los efemelenistas en El Salvador cayeron en el mismo error: cuando se decretó un impuesto a las transacciones bancarias creyeron que tal gravamen iba a ser absorbido por los bancos, pero siendo todo impuesto un costo, los bancos, como cualquier fabricante o proveedor de servicios, pasa ese costo a los consumidores, aquí, en Costa Rica y en Tailandia.

La pretendida triangulación —para llamarla en alguna forma— del presidente de Costa Rica creyendo que con sus impuestos va a “repartir riqueza” obra en sentido contrario: la población se empobrece con esos malabarismos, pues en lo de repartos, “quien parte y comparte se queda con la mejor parte”.

Es obvio que se deben prestar servicios, cuidar a los sectores más vulnerables, sostener hospitales, pagar policía y ejército (que lo hay en Costa Rica aunque vendan la noción de que no existe). En tal caso, el IVA y razonables impuestos de renta son una solución, siempre que no se olvide de que lo más nocivo para el crecimiento, y por lo mismo para la generación de empleo, es descapitalizar a las empresas, pues se les priva de los recursos para ser más eficientes, entrenar mejor a su personal y hacerlo más productivo, lo único que verdaderamente saca de la pobreza a una nación.

El “reparto de la riqueza” acaba
con la Suiza de Centroamérica

La obsesión por el benefactorismo, una herencia de Figueres, ha llevado a Costa Rica a sufrir bajo una enorme burocracia, absurdas regulaciones, ineficiencia burocrática, malos servicios públicos, peores que los de El Salvador. Una ultrasonografía se programa para dos o tres años más tarde, cuando con alguna probabilidad el paciente está haciéndosela en el más allá. Y tanta burocracia ha hecho del país el más caro de la región.

Los grupos que vienen oponiéndose al saqueo critican las suntuosas pensiones que se recetan los burócratas, sus viáticos, todas las prestaciones de que gozan. Pero por su misma opulenta condición se oponen a cambios y se oponen a formular esquemas eficientes, sensatos y decentes que promuevan el desarrollo y frenen el abuso.

Al lado de todos los aspavientos sobre “reparto de la riqueza”, repartírsela la dorada burocracia, Costa Rica sufre más y más de delincuencia, más y más lejos de su imagen de “la Suiza de Centroamérica”.