La Justicia universal rinde homenaje a jurista salvadoreño

El Doctor José Gustavo Guerrero es otro salvadoreño que ha enaltecido el nombre de nuestro país, muy recordado, entre los pasajes más notables de su vida, por su valentía y heroísmo al plantársele a las tropas nazis que invadieron La Haya y pretendían irrumpir en el recinto judicial.

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Las magistradas de la Corte de Cuentas, María del Carmen Barahona y Carmen Elena Rivas (presidenta), ofrecieron ayer una conferencia donde defendieron su incremento salarial para 2019. Foto EDH / Menly Cortez

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2018-10-15 10:00:26

La Corte Internacional de Justicia, el máximo tribunal del mundo, rinde homenaje póstumo hoy a quien fue su primer presidente y baluarte del Derecho Universal, el jurista salvadoreño Doctor José Gustavo Guerrero, a 60 años de su fallecimiento.

Se trata de otro salvadoreño que ha enaltecido el nombre de nuestro país, muy recordado, entre los pasajes más notables de su vida, por su valentía y heroísmo al plantársele a las tropas nazis que invadieron La Haya y pretendían irrumpir en el recinto judicial.

Es muy poco lo que nosotros podríamos agregar a lo que se ha dicho y publicado. Añadiremos que el desempeño del Doctor Guerrero como diplomático, jurista y hombre público es un orgullo para los salvadoreños, una página de gloria nacional.

El Doctor Guerrero se guió por normas universales del Derecho, lo que es una combinación de principios morales y la razón que se han venido perfeccionando con el paso de los siglos y la evolución del pensamiento.

Y para ilustrar lo que es el Derecho y cómo en sus rasgos esenciales se viene aplicando desde hace milenios en diversos pueblos, partiremos de lo que es posiblemente la primera recopilación escrita, tallada sobre piedra, de un código de leyes, el código de Hammurabi, Rey de Babilonia, que hizo colocar en muchos puntos de su reino para que las leyes fueran conocidas por todos y aplicadas sin excepción.

Hammurabi regula mucha de la vida del reino, desde salarios hasta graves faltas como el incesto. En algunos casos aplica la Ley del Talión —ojo por ojo, diente por diente— y reconoce la igualdad ante la ley de todos los hombres de un igual nivel, los hombres libres, los esclavos, los siervos.

En la estela que se conserva en el Louvre, de dos metros veinte de altura, Hammurabi recibe las leyes de Dios como lo conocían los babilonios.

Dar a cada quien lo suyo…

El espíritu, la noción que domina el conjunto de esas leyes es, sustancialmente, el mismo que rige al mundo desde siempre: debe darse a cada uno lo suyo y castigar a los transgresores del derecho ajeno, como cuando un constructor que edifica una vivienda y ésta se desploma matando a sus ocupantes, es condenado a muerte.

Pero las diversas penas a lo largo de los doscientos ochenta y dos artículos reconocen un hecho esencial: el derecho de propiedad, un derecho esencial en cualquier sociedad civilizada, como también se consigna en lo que continúa siendo un faro del derecho mundial: el Derecho Romano, que procuraba dirimir toda clase de disputas aplicando rigurosamente normas que al día de hoy no pierden validez.

Este espíritu se encuentra en la Carta Magna que fue depurada hasta incorporarse en la legislación inglesa y que deriva de la revuelta de unos barones a quienes el Rey Juan sin Tierra pretendía esquilmar a su antojo, lo que, mutatis mutandis, llega hasta nuestros días tanto a través de la Declaración de Independencia de Estados Unidos hasta la Carta de las Naciones Unidas, que reconocen los derechos inalienables de la persona, los que ninguna legislatura, ningún régimen, pueden suprimir sin caer en graves violaciones, como en la actualidad pretenden hacer algunos imponiendo restricciones al derecho de ser informado, de expresarse sin previa censura y ser libres.

Las normas y principios del Derecho Universal están siempre bajo acoso, desde las bandas de la barbarie hasta las dictaduras, que “inventan sus propias justicias”, pero siempre habrá adalides como el Doctor José Gustavo Guerrero para enfrentar a la sinrazón y luchar por el imperio de la Justicia y el Derecho.