Canonización, homenaje a Romero y a víctimas de la guerra

En las ceremonias de canonización estarán, en espíritu, los torturados pero asimismo los perseguidos, los atropellados, los que sufren de la demencia de locos y malvados. Y el Santo los verá con ternura y en el más allá los consolará.

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Foto EDH/ Archivo

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2018-10-03 9:34:37

Los que asistan a la canonización de San Óscar Romero, así como los fieles que les acompañemos desde acá, debemos pedir su intercesión ante Dios para cuidar el porvenir de los niños salvadoreños, de los niños de todo el mundo, que los proteja de fuerzas malignas, que procure que el mundo en que les toque vivir sea más fraterno, más limpio de odios, rodeados de alegría, de amor, que los dejen nacer.

Eso le pedimos desde ya a distancia, pero cerca en espíritu, a nuestro santo, al santo de El Salvador, al santo de todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Una diputada ha dicho que irá a la canonización en representación de los torturados, porque ella sufrió la cárcel y la tortura en la guerra, algo que no debió suceder nunca ni para ella ni para miles de salvadoreños cruelmente martirizados entonces.

Es importante recordar estos hechos para que no se repitan, pero no para alentar odios ni resentimientos de clase, porque tanto hubo torturados por uno y otro bando. Después de esa injusta guerra nadie puede sentirse con la autoridad moral para tirar la primera piedra y andar con mezquindades.

San Óscar Romero pensó precisamente en TODAS las personas que sufren sin culpa, como los presos políticos y los empresarios secuestrados y la población en general. Y fue su entereza en denunciar el mal lo que le llevó a la muerte.

Por eso no se vale que su memoria sea usada para alentar rencores ni para cubrir a expresidentes y políticos corruptos, menos para demagogos, falsos mesías y envenenadores del corazón como los que torcieron y luego abandonaron a Belloso.

Los santos son modelos e intercesores para todos los que se arrepienten de sus crímenes, pero los santos no pueden liberarlos de sus remordimientos, de la sangre que cubre sus manos “y que el agua de todos los océanos no puede lavar” (Lady Macbeth en el drama de Shakespeare).

Dios perdona pero el pecado castiga con el remordimiento, por el olor a infamia que tendrán que acarrear por la eternidad.

Estarán presentes las almas de los segados por la sinrazón

En las ceremonias de canonización estarán, en espíritu, los torturados pero asimismo los perseguidos, los atropellados, los que sufren de la demencia de locos y malvados. Y el Santo los verá con ternura y en el más allá los consolará.

Es del demonio, como dice la Biblia, robar, matar y destruir.

La barbarie es barbarie indistintamente donde asoma o prevalece, una bestia que amenaza a los hombres sin que pueda siempre prevenirse, lo que ha venido rondano a nuestra Patria desde hace casi un siglo.

En nuestro tiempo lo que azota el Medio Oriente es la más siniestra forma de salvajismo —el salvaje es la antítesis del hombre civilizado, el que según los siquiatras y estudiosos del alma humana, incluyendo a Sade, a Freud y a Robert Louis Stvenson, el autor de Dr. Jeckyll and Mr. Hyde— siempre está presente en algún recóndito sitio del corazón, nos acompaña desde que nacemos como criaturas que toman sin preguntar, hasta que Dios nos llama a su seno.

Nuestro deber en esta vida es luchar por ser mejores y sobreponernos a las pruebas, la incomprensión, las injusticias y la violencia, como nos lo enseñó con su martirio San Romero.