Maduro gana tiempo mientras Venezuela muere de hambre

Maduro habla de “diálogo” y su régimen condena a una millonaria multa a un periódico por una nota que no le gustó a uno de sus figurones. El gobierno efemelenista, mientras tanto, respalda en la ONU a esa impresentable dictadura y al régimen masacrador de Nicaragua.

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Foto EDH/Lissette Monterrosa

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2018-10-01 9:47:06

El “diálogo” para arreglar sus diferencias ofreció Maduro a Trump en su comparecencia ante las Naciones Unidos, el mismo “diálogo” al que todas las dictaduras echan mano cuando enfrentan desafíos y necesitan ganar tiempo.

Maduro se lució como orador en su intervención, pues durante casi una hora mezcló realidades con medias verdades, para al final decir que cada país tiene derecho a guiar sus destinos y escoger su forma de gobierno, que en el caso de Venezuela es el “socialismo del siglo XXI”, que faculta al dictador reelegirse indefinidamente en elecciones amañadas, como lo ha denunciado la oposición venezolana: la dictadura llama a los comicios, supervisa, cuenta los votos y emite los resultados, como ya se hizo maña en los países bajo control de un dictador.

Como era de esperarse, Maduro, en el clásico caso de culto a la personalidad que criticaban los estalinistas, sacó a bailar al comandante Hugo Chávez, cuyas hijas son de las mujeres más adineradas de América del Sur.

En un simpático momento de su discurso, Maduro dijo que era obrero, conductor de buses y que entre sus logros estaba haber logrado consensos entre todos los miembros de la OPEP, a cuyas reuniones llega en su jet privado, el de los apliques de oro y espléndidos dormitorios, avión que sale del bolsillo de todos los venezolanos, quienes están condenados a comer basura.

Es claro que su elocuencia es resultado de hablar “a las masas”, en este caso a las bases de grupos que se benefician apoyando la dictadura, como en nuestro suelo los que rodean los festivales del “buen vivir”. Y el gobierno efemelenista, para no quedarse atrás, respaldó a la impresentable dictadura venezolana y al régimen masacrador de Nicaragua en la ONU.

Habla de “diálogos” y condena a millonarias multas a periódicos

Lo del “diálogo” con Trump enfrenta dos grandes dificultades:

—la primera, cómo se puede llegar a un entendimiento con una narcodictadura, que se ha denunciado que mueve droga a lo largo y ancho del Hemisferio pero que primordialmente se dirige a Estados Unidos;

—lo otro, que “el socialismo del siglo XXI” no es alternativa a la democracia, pues en tal esquema no cabe el Orden de Derecho ni la protección de libertades y derechos esenciales de la persona.

Bien dijo el poeta alemán Hoelderling que los infiernos en la Tierra son resultado de hombres intentando crear paraísos. Y ese fue el caso de Hitler con su nacional-socialismo, de la Unión Soviética, del peronismo y obviamente del chavismo/madurismo, para hablar de uno de los más recientes brotes de esa plaga de mesiánicos.

El Eclesiastés nos dice que “nihil novum sub solen”, nada nuevo bajo el sol, y ciertamente no está en manos de ninguna generación de hombre y, menos la presente, inventar nuevas justicias, pues lo que es la esencia del Derecho de la Justicia, de la verdad revelada al hombre por Dios, es el más precioso legado de la humanidad, lo que a lo largo de la historia se plasma en códigos, leyes y tradiciones, desde Hammurabi hasta la Declaración de la Independencia de Estados Unidos.

Lo que la “comunidad internacional” no quiere ver es que el que les habla de “diálogo” es el mismo que está condenando brutalmente al hambre a su pueblo y al periódico electrónico La Patilla a pagar 32 millones de dólares por reproducir una noticia que no le gustó al régimen, una forma de ahogar vilmente la libre expresión.