Después de la alegría monetaria sigue la terrible resaca

Un triste ejemplo de todo esto es lo que ha sucedido en El Salvador con el endeudamiento desbocado de los dos regímenes efemelenistas: el país queda con una carga muy pesada sobre sus espaldas mientras el gobierno no tiene nada positivo que mostrar.

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Foto EDH / Archivo

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2018-09-24 9:53:07

Después de las alegrías monetarias, causadas por la impresión de billetes, vienen las contracciones y los trancazos, como sucedió hace casi una década con el llamado tsunami financiero que sacudió las bolsas bursátiles del mundo.

En el Fausto de Goethe (se pronuncia guethee) se describe el regocijo de un principado como efecto de un proceso inflacionario, pues inflaciones hubo aun bajo el patrón oro, con monedas. Pero muy pronto las amargas consecuencias se hacen sentir, el equivalente de las resacas alcohólicas.

La política monetaria de Estados Unidos, país que disparó la crisis hace una década, se fundamenta en dos objetivos contradictorios: evitar la inflación y mantener altos niveles de empleo. Como el empleo se determina por la productividad del trabajador pero la productividad se afecta al elevar salarios artificial y forzosamente a través de huelgas, la Reserva Federal sale del impasse echando más agua a la sopa (expandiendo el crédito, etc.) sin que los sindicatos o el publico estén muy conscientes del engaño, pero tal expansión se refleja en alzas generalizadas de precios.

Por el contrario, la política europea y la alemana desde la Segunda Guerra Mundial busca la estabilidad monetaria, lo que con el tiempo se refleja en estabilidad de precios y seguridad en los ahorros.

¿Cómo cuidan su patrimonio los europeos? Los franceses que pueden compran oro, los españoles bienes raíces, los alemanes en depósitos bancarios, lo que seguramente ira universalizándose mientras Alemania tenga cogida la sartén por el mango, evadiendo los llamados de Estados Unidos para “estimular la economía” o sea imprimir dinero, no físicamente cuando a través de expansión del crédito.

La presión para “estimular la economía” la enfocan los estadounidenses sobre la autoridad europea de Bruselas, que a su vez presionan a los gobiernos de la Unión Europea, que tienen que esquivar al toro simulando “estímulos”, o sea dinero fácil, mayor crédito, etc., lo que a su vez mueve a los distintos actores económicos a expanderse, por lo general ampliando sus operaciones, como cuando un negocio abre más sucursales o expande su capacidad productiva, lo que con frecuencia les lleva a la ruina o a pagar créditos que muy pocos beneficios generaron.

Y un triste ejemplo de todo esto es lo que ha sucedido en El Salvador con el endeudamiento desbocado de los dos regímenes efemelenistas: el país queda con una carga muy pesada sobre sus espaldas mientras el gobierno no tiene nada positivo que mostrar, fuera del enriquecimiento personal de muchos de muchos dirigentes del oficialismo.

Queda sobre el país el peso enorme de deudas “enriquecedoras”

Lo que en parte ha generado inflaciones a lo largo de los siglos es la creencia elemental de la gente de que las monedas, el oro, los billetes son riqueza, lo que en parte es cierto pero que fácilmente se viene al suelo cuando esas monedas y esos billetes artificialmente creados compran cada vez menos bienes reales, como está sucediendo en Venezuela con la basura que llaman “el bolívar”, otra afrenta al gran libertador Simón Bolívar.

Se dice desde siempre que cuando los salarios suben por la escalera como resultado de presiones sindicales, los precios van por el ascensor, como igualmente sucede cuando un hombre corre tras su sombra: nunca llega a alcanzarla. Lo sensato es crecer ordenadamente como resultado del propio esfuerzo y del buen uso de la tecnología y la propia capacitación.