Las magistraturas no se venden ni se improvisan

La elección de los magistrados no debe ser una especie de negociar en mercados de pueblo, de que unos pretendan sacar ventaja para promover sus bajos intereses, su corrupción, su conducta inmoral.

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2018-08-13 5:00:04

Las negociaciones para elegir magistrados de la Corte Suprema van desde simples propuestas hasta comportamientos obsesivos para colocar a personas que se ha denunciado que están ligadas al oficialismo y sus aliados.

De allí se comenta que venía la desesperación por nombrar magistrados el pasado viernes, arropándose algunos diputados en un conveniente arranque de patriotismo, que solo generó más dudas.

La Constitución es muy clara al condicionar el nombramiento de jueces, magistrados y funcionarios que deciden en asuntos de importancia pública, a profesionales independientes, sin nexos políticos o de otra naturaleza que tuerzan sus fallos, que los hagan caer en prevaricato.

La impartición de justicia, el velar por el Orden de Derecho y las libertades y derechos esenciales de la persona y la población, es el tejido que sostiene el orden social civilizado, lo que garantiza que, ante la ley, todos los pobladores sean iguales, que tengan garantizados procesos imparciales cuando se les acuse o acose.

Pero mucho de esto cambió con la guerra que dejó más de setenta mil muertos, en su mayoría jóvenes y hasta niños reclutados como carne de cañón.

Y una de las consecuencias es el clima de violencia imperante, los pactos con las pandillas, el deterioro de la confianza en las instituciones, el triste futuro que enfrenta una mayoría de niños y de jóvenes en El Salvador.

Por eso no se pueden improvisar las magistraturas, sino garantizar que lleguen a ellas profesionales de probada moralidad, idoneidad y calidad.

La elección de los magistrados no debe ser una especie de negociar en mercados de pueblo, de que unos pretendan sacar ventaja para promover sus bajos intereses, su corrupción, su conducta inmoral.

No se trata de inventar nuevas justicias, de imponer reglas que benefician a unos y perjudican a otros, que persiguen a estos pero que son cómplices de aquellos.

Jueces y magistrados deben ser independientes y honestos
No puede un país prosperar cuando nadie está seguro si al actuar, negociar, pactar, firmar acuerdos, puede encontrarse luego con que si el otro rompe el trato nada le pasa, pero si este hace un reclamo no será resarcido.

La imparcialidad en el trato de las instituciones y oficinas estatales con los ciudadanos, y los jueces y magistrados son parte esencial en ello, se fundamenta en el hecho de que lo esencial de las leyes, de la jurisprudencia, es viejo en milenios, que tanto el Derecho Romano, como la jurisprudencia entre los babilonios, la Magna Carta y la declaración de Independencia de Estados Unidos, defienden los mismos principios y abogan por la imparcialidad en la aplicación de la ley.

El que un grupo que ha apelado desde siempre a la violencia se crea facultado para hacer reglas en su beneficio, reglas para atropellar a los contrarios, sale a la superficie en estos momentos al promover a personas obedientes a ellos para magistraturas.