Desastres que toman con pantalones abajo a funcionarios confiados

La tragedia en Grecia muestra cómo la inepcia, imprevisión y nula capacidad de respuesta pueden causar estragos, lo que se ha visto en nuestro país en grandes emergencias como las inundaciones del 8 de noviembre de 2009, recién llegado Funes con el primer gobierno efemelenista.

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2018-07-31 10:16:35

Un centenar de personas murieron atrozmente en los incendios de bosques en Grecia, que consumieron las viviendas con sus familias dentro.

La tragedia colectiva muestra cómo la inepcia, imprevisión y nula capacidad de respuesta pueden causar estragos, lo que se ha visto en nuestro país en grandes emergencias como la tormenta tropical Ida del 8 de noviembre de 2009, recién llegado Funes con el primer gobierno efemelenista. Un día antes se desató un intenso aguacero y los alcaldes y gobernadores comenzaron a advertir el peligro, pero los encargados sólo llegaron hasta declarar la alerta amarilla y se fueron a enfiestar. La sorpresa fueron varias poblaciones de San Vicente afectadas por derrumbes e inundaciones. Por pena y para no hacer más grande el escándalo, nunca declararon la alerta roja, como se muestra en las bitácoras.

Lo mismo sucedió en Grecia: no anticiparon lo que podía suceder después de un verano muy caluroso, cuando los bosques estaban secos, convertidos casi en yesca. No hubo alarmas para evacuar a los grupos amenazados. Simplemente los bosques comenzaron a arder, se propagó el fuego y nada se hizo para rescatar a la pobre gente atrapada.

Muchas familias que estaban cerca del mar se metieron al agua para salvarse, pero la intensidad del calor era tal que murieron en aguas hirviendo. La marina griega no se presentó en esos lugares como cuando se hace para apagar incendios en buques, que lanzan chorros de agua y envían lanchas protegidas para rescatar gente.

Entre los cuadros de horror están los de familias que intentaron escapar, que estaban rodeadas de fuego y que murieron abrazándose unos a otros, aunque posiblemente asfixiadas primero antes de que las llamas les llegaran, dado lo intenso del calor y el humo. Y el siniestro trae a la memoria lo sucedido hace poco menos de dos mil años en Pompeya, cuando el Vesubio desparramó lava y gases ardiendo sobre esa ciudad y sobre Herculano, calcinando a todo ser vivo por kilómetros a la redonda.

En el museo de Pompeya se pueden ver hombres y animales convertidos en figuras de piedra, agachados en la muerte.

No está de más prepararse para el futuro

Al gobierno central de Grecia, en manos de un populista que a duras penas está aprendiendo sobre realidades económicas, como a los regímenes locales, alcaldías, puestos de vigilancia, no se le pasó por la cabeza pensar lo impensable, hacer ejercicios mentales y simulacros para socorrer a los pobladores en casos de catástrofes, más en un país sujeto a sismos y vendavales como es Grecia. Y fue la erupción de un volcán en Santorini hace tres mil setecientos años la que acabó de golpe con la floreciente y admirable civilización de Creta, que, por el ejemplo, contribuyó a varios florecimientos culturales en Egipto, entre ellos el del periodo de Tell el-Amarna, del monoteísmo y Tutankamen.

El volcán de Santorini, como el del Lago de Ilopando, desapareció en la erupción, dejando una deleitosa rada marina donde aparcan cruceros turísticos al pie de una de esas pequeñas ciudades blancas de Grecia.

Del puerto a la ciudad se sube a pie o cabalgando un burro, lo que asusta mucho.

Como los ejercicios que realizan bomberos, autoridades, se hacen simulacros y se estudian posibles escenarios para auxiliar personas y comunicadas en caso de catástrofes. Pero obviamente ni en Grecia ni aquí esas prácticas se desarrollan, tan ocupados que están los políticos en otra clase de meneos, nada positivos, perversos.

Prevenir, anticipar sucesos, adelantarse a lo que es el curso normal de las cosas y de nosotros mismos, es una virtud, pues no se puede vivir como si la existencia termina mañana, sin futuro. Y aunque, como escribió el autor de Barry Lyndon, todos en esta generación habrán pasado al paraíso, menos los malos, no está de más prepararse para el futuro.