Separando niños de sus padres sin importar los traumas causados

En el caso de El Salvador y de los países del Triángulo Norte de Centro-América la violencia y la emigración son consecuencia de las guerras, de tolerar el irrespeto de las leyes y de haber debilitado las instituciones garantes de la seguridad y la paz públicas.

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Foto EDH/Insy Mendoza

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2018-07-26 8:07:58

Un grupo de salvadoreños deportados de los Estados Unidos llegó al país sin sus niños, los que quedaron en los campamentos donde esas criaturas fueron llevadas, muchos de ellos sin que se tomaran los nombres de sus padres, como si separaran novillos de las vacas.

El mes anterior se supo oficialmente que de los casi 2,000 menores de edad separados de sus familias en la frontera sur de Estados Unidos, unos 180 son salvadoreños.

No se ve que las autoridades salvadoreñas hagan importantes esfuerzos para solucionar esas tragedias, por lo que urge en estos momentos que funcionarios, con la asistencia de personal de las agencias de las Naciones Unidas que velan por los refugiados, puedan ir a la frontera y ocuparse de que los deportados vuelvan con sus hijos por una parte, mientras por la otra que se identifique a esas criaturas, quiénes son sus padres y en qué condiciones se encuentran, pues niños solos pueden ser víctimas de toda clase de atropellos.

Hasta ahora solo se ha sabido de pronunciamientos oficiales, pero se necesitan gestiones más activas.

No se trata de discutir el derecho de una nación de deportar a ilegales, pero en el caso nuestro se trata de familias que huyen de la violencia incontrolada.

En el caso de El Salvador y de los países del Triángulo Norte de Centro-América lo que acontece es consecuencia de las guerras, de tolerar el irrespeto de las leyes y de haber debilitado las instituciones garantes de la seguridad y la paz públicas, lo que inexorablemente conduciría al desquiciamiento institucional, la desobediencia de las leyes y el surgimiento de las bandas delictivas.

Son estas tormentas la cosecha de los vientos que se sembraron en aquellos años.

Con el paso de las semanas las tragedias familiares causadas por la separación forzada de los niños de sus padres se incrementa; muchos hemos oído en diferentes medios los desgarradores llantos de los indefensos niños y niñas llamando a “mami y papi”.

Como cualquier sicólogo infantil, cualquier persona sensata sabe, estos hechos dejan huellas de dolor y de inseguridad en esos seres, las que perduran por el resto de sus vidas.

Muchos niños, de acuerdo con los testimonios difundidos, ya no recuerdan el nombre de sus padres y se da el caso asimismo, de que al reunirlos esas criaturas vacilan cuando se les abraza.

El poderío de los EE. UU.
sería enorme con el
doble de gente

No es cierto que esas familias le quiten el pan o el trabajo a otros cuando llega a territorio estadounidense. Y además hay que recordar que los Estados Unidos son una nación hecha en gran parte por inmigrantes que en un momento entraron en conflicto con las poblaciones nativas.

La desgracia es que el grupo en el poder y sus aliados están más ocupados en montar cortinas de humo para tapar en alguna medida el escándalo del “robo del siglo” del que se acusa a Funes, que en entrarle con sensatez al azote de la violencia y el deterioro de la economía provocado por sus torpes medidas económicas y el saqueo fiscal.

Hagan de lado, señores efemelenistas, sus planes de instaurar el socialismo del Siglo XXI y ocúpense de asistir a familias que huyen de las consecuencias de la guerra que todavía nos golpean.

Individualmente es poco lo que cada uno de nosotros puede hacer, pero colectivamente hay que dejar oír nuestras voces en favor de esas familias que sufren.