Pobres México y el resto de la región por pactos con narcodictaduras

Para robar un celular o unas cuantas pertenencias esos sicópatas matan aunque el asaltado no ponga resistencia. Y tal fue el caso del joven ingeniero de sistemas José Mario Rodríguez, asesinado el lunes en la colonia Escalón.

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Foto EDH/Insy Mendoza

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2018-07-25 9:12:39

La violencia en México, como en varios países de la región y especialmente en El Salvador, es una consecuencia del narcotráfico por una parte y la escuela que dejó la guerra de guerrillas en nuestra tierra, que es el patrón usado por las pandillas para agruparse y asesinar a lo loco por un lado y en sus pugnas por otro.

Para robar un celular o unas cuantas pertenencias esos sicópatas matan aunque el asaltado no ponga resistencia. Y tal fue el caso del joven ingeniero de sistemas José Mario Rodríguez, asesinado el lunes en la colonia Escalón (ver foto anexa). Una vida útil, un ejemplo de esfuerzo personal, de superación, como el de la joven Jocelyn Milena Abarca, víctima de la demencia que se ha apoderado de tantos en este país.

Matar por matar —y mencionamos inicialmente los casos de José Mario Rodríguez y de Jocelyn Milena Abarca— le costó también la vida a un humilde vendedor de plátanos, a un padre y su hijo, a 15 personas solo el martes pasado. Y un sicópata que atropelló a un ciclista se burló de él y lo terminó de matar, lo que obviamente no mueve ni una fibra en el corazón de los capitostes del grupo en el poder.

Entretanto, lo que sucede en México es un contrasentido: por una parte, las luchas entre las bandas de narcotraficantes están desquiciando pueblos y regiones en toda la República; por el otro, el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiende una mano a la narcodictadura venezolana, a la que se considera el principal productor y abastecedor de droga para el Hemisferio y Europa. El principal cártel de la droga en Venezuela, de acuerdo con el periódico ABC de Madrid, es manejado por el segundo de abordo del régimen.

Lo más repugnante es cómo coinciden el régimen efemelenista con el entrante López Obrador en ¡respaldar una narcodictadura! Es insólito ese espaldarazo, una ofensa a los sectores pensantes y de bien tanto de México como de El Salvador.

Con gobernantes como esos ningún país necesita enemigos.

Cuando los gatos son
perezosos, los ratones
se apoderan de las casas

La lucha contra el crimen enfrenta varios graves obstáculos que no cuesta enumerar:

—el primero, la prohibición de llevar registros de delincuentes menores de edad. Habrá que preguntar a los autores de esas leyes cuántos asesinatos y cuántas extorsiones puede atribuirse a su lucha para implantar semejante desaguisado.

La legislatura debe revisar ese candado a las investigaciones policiales;

—lo segundo, las sucesivas treguas facilitadas por Funes, ahora prófugo en Nicaragua agazapado al lado de Ortega, que solo fortalecieron a las pandillas;

—lo tercero, la inoperancia de los organismos de inteligencia del Estado (título que es una especie de contradicción de términos), más ocupados en andar rastreando opositores que criminales y sus conexiones;

—lo cuarto, la negativa del gobierno de luchar contra la delincuencia en unión de entidades regionales, como es el caso de la corrupción y la negativa reiterada de establecer una CICIG salvadoreña por lo que ésta seguramente encontrará.

Cuando los gatos son perezosos y además aceptan queso de los ratones, las casas caen en poder de los roedores.