Si todo cuesta el doble es porque las cosas andan mal

Esta mentalidad, la benefactorista, la de repartir lo de otros, tiene sus grandes costos, siendo el principal que Costa Rica es el país más caro de la región, pues los consumidores están forzados a pagar un cúmulo de regulaciones, un cúmulo de impuestos y una pesada burocracia.

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elsalvador.com

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2018-07-05 7:48:39

El actual gobierno de Costa Rica, que no tiene más de dos meses de haber asumido, lleva ya en su haber una serie de desaguisados, como subir el IVA —lo que todavía se negocia con los sindicatos—, introducir un sistema tributario que describen como “moderno y progresista” para desplumar al que puedan, planes para “generar empleo” pese a que los gobiernos no crean empleos sino más burocracias.

Y persiste la maña de imprimir dinero, lo que va devaluando la moneda, que está ya a quinientos colones costarricenses por dólar, una velada inflación.

Es más que tiempo para que las fuerzas vivas del país aboguen por la dolarización monetaria.

La última ocurrencia del gobierno es que la enseñanza de los colegios privados es un bien “suntuario”, un lujo que los padres de familia deben pagar. Pero la educación nunca es un lujo sino una meta a la cual deben aspirar todos, tanto las familias cuyos hijos van a escuelas públicas como los que se educan en colegios privados.

A esto hay que agregar que al enviar a sus hijos a colegios privados, las familias quitan la carga de educarlos al Estado, lo que permite utilizar tales recursos en mejorar instalaciones y la enseñanza pública. Además se debe considerar lo siguiente:

Los colegios privados están mejor preparados y cobran para estarlo, para contribuir a una elevación del nivel de conocimientos y cultura del país, lo que no es lujo, sino aspiración considerando lo que en naciones desarrolladas se logra;

jóvenes mejor preparados y pagaron para serlo, fijan metas y son un ejemplo para todos, lo que el resto de jóvenes puede emular;

los jóvenes egresados de colegios privados tienen más posibilidades de ser profesionales calificados, lo que prepara a un país a enfrentar con mayor acierto los retos de las sociedades actuales;

un impuesto de esta naturaleza difícilmente incrementará la recaudación, pues las familias que están en el margen de sus gastos van a retirar a sus hijos de los colegios privados y pasarlos a las escuelas públicas, lo cual tampoco garantiza que recibirán una formación de igual o mejor calidad.

Los colegios privados quitan carga al Estado, permiten un uso más eficiente de recursos. Si desaparecen, los gobiernos no tendrán los recursos para educar a todos los jóvenes.

Los gobiernos no deben
ser sanguijuelas

La mentalidad de piraña, ir tras el último centavo, desplumar hasta el pellejo, se explica pues el presidente Alvarado hizo carrera quitando a unos para dar a otros, fungiendo como ministro de Trabajo antes de lanzar su candidatura.

Pero esta mentalidad, la benefactorista, la de repartir lo de otros, tiene sus grandes costos, siendo el principal que Costa Rica es el país más caro de la región, pues los consumidores están forzados a pagar un cúmulo de regulaciones, un cúmulo de impuestos y una pesada burocracia, la mamandurria de los intervencionistas que están en la punta de la pirámide.

El saqueo fiscal, la mentalidad de sanguijuela, desalienta la producción, conduce a la fuga de capitales, dificulta las inversiones.

El desarrollo no es resultado de repartos, de benefactorismos, sino de producción, de generar empleo, de aumentar la oferta de bienes y servicios. El actual gobierno de Costa Rica está poniendo la carreta delante de los bueyes y a la población por debajo.