México debe marcar todo el tiempo a López Obrador

Siendo la segunda economía en Hispanoamérica después de Brasil, México no puede frenar de golpe su marcha, más considerando que el conocimiento, la tecnología y los sistemas cambian minuto a minuto, condenando al estancamiento a los que se quedan atrás.

descripción de la imagen
elsalvador.com

Por

2018-07-04 8:43:54

México debe dejar que López Obrador se cocine en su propia salsa, pero marcándolo todo el tiempo, como un equipo hace con las estrellas de sus contrincantes.

López ha ofrecido aumentar los programas sociales y los subsidios, regalar dinero, a los “grupos vulnerables” y a los “los jóvenes”, pero con los varios millones de mexicanos que calificarían, cumplir la promesa es imposible, aunque como hacían hasta hace poco los efemelenistas, reparten a unos cuantos mientras el resto de los pobres seguidores quedan ilusionados de que en la siguiente garduña les tocará a ellos.

En su discurso de victoria, AMLO prometió apegarse a la ley y respetar libertad de expresión, la libertad empresarial, no recurrir a las expropiaciones y combatir la corrupción, de la misma manera que Funes se comprometió a hacer un buen gobierno tras las elecciones de 2009 y veamos cómo terminó. Ojalá que no sea este el caso.

Es decir, sobre él no deja de posarse la sombra del demagogo que promete lo que será imposible de cumplir, confiado de que sus seguidores olvidarán rápidamente lo que ofreció mientras prepara nuevas promesas. De promesa en promesa van los niños detrás del flautista de Hammelin…

Lo que no podrá esconder es la creciente violencia, el arma de los carteles del narcotráfico para doblegar con el terror a sectores claves para ellos de una sociedad.

Incautos que creen en promesas abundan en todos los países (Italia acaba de elegir a un demagogo como premier, mientras aquí otro trata de atraer masas mostrándose como redentor), pero hay una excepción: los que invierten, generan empleo y producen los bienes y servicios esenciales para que un país no caiga en la lipidia, como ha sucedido con Puerto Rico a causa de sus políticos, que no puede reconstruir los graves daños causados por el huracán María en 2017.

Los demagogos, como fue el caso de Chávez, de Perón y los de su calaña, van improvisando de acuerdo con lo que tienen enfrente o se les cruza por la cabeza, lo que genera una incertidumbre paralizante en todos los sectores, partiendo del hecho de que, como en el fútbol, sin reglas claras y árbitros independientes es absolutamente imposible celebrar torneos, a menos que se trate de niños pequeños “que hacen sus reglas al jugar”, como diría Machado.

Al generarse incertidumbre, desconfianza sobre lo que puede venir, los que invierten vacilan, muchos de ellos prefiriendo esperar y ver, a arriesgarse. Y la lógica consecuencia es que al reducirse en alguna medida la producción, los precios comienzan a elevarse (a causa de las leyes de hierro de la oferta y la demanda, que ni López Obrador ni Chávez ni Castro pueden alterar) lo que de inmediato afecta el bolsillo de todos, desde partidarios hasta opositores de los gobernantes elegidos.

Sin reglas clara y sensatas
es imposible jugar al fútbol

Siendo la segunda economía en Hispanoamérica después de Brasil, México no puede frenar de golpe su marcha, más considerando que el conocimiento, la tecnología y los sistemas cambian minuto a minuto, condenando al estancamiento a los que se quedan atrás. Solo el núcleo industrial asentado en el noreste de México necesita seguridades para no detenerse, pues poner en marcha la locomotora luego es una dura tarea.

En algún momento López Obrador tendrá que arreglárselas con los poderes fácticos de México, como viene sucediendo desde hace más de cien años, pues la alternativa es entenderse o enfrentar el caos.

Los populistas siempre ofrecen fórmulas simples para solucionar los problemas complejos de una sociedad, como si tuvieran a su alcance la pomada mágica que cura todos los males, como lo pretendieron los socialistas del Siglo XXI aquí antes de descalabrarse.