Marx estaría encantado de ver la prosperidad de Tréveris

Marx, pese a su fanatismo, se habría entristecido mucho si en Tréveris se vieran filas de gente esperando que les den algo de ropa, de la clase que sea, o llegar a consultorios de salud y recibir consejos pero no medicinas, como en Cuba, Venezuela o en El Salvador.

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2018-06-11 10:08:52

Carlos Marx estaría encantado de ver Tréveris, su ciudad natal, hoy en día una ciudad pujante, donde no hay pobrezas, alegre, hermosa, próspera, plena de colorido y con muchísimos comercios, industrias, fábricas, tiendas, boutiques, espacios verdes para que niños y adultos jueguen y descansen.

Tréveris conserva sus grandes monumentos: dos hermosas catedrales, ruinas romanas que datan de la época del otro famoso personaje que allí asentó, Constantino el Grande, como de Carlomagno, que tuvo allí su palacio desde el cual reinaba sobre Europa…

En Tréveris hay una estatua de Marx muy cerca de la Porta Nigra. Y en muchas vitrinas de comercios muy capitalistas hay pósters de Marx rodeado de cuatro de los más grandes genocidas y asesinos de la historia: Stalin, Lenín, Mao y Castro. Pero los déspotas en menor escala como Chávez, Maduro, Ortega y el pequeño Castro, Pol Pot ni Ho Chi Min aparecen. En Tréveris nadie los toma en cuenta.

También, lo que le hubiera hecho sonreír, venden en Tréveris monederos con la efigie de Marx, para llevar monedas muy capitalistas.

Marx, pese a su fanatismo, se habría entristecido mucho si en Tréveris se vieran filas de gente esperando que les den algo de ropa, de la clase que sea, o llegar a consultorios de salud y recibir consejos pero no medicinas, como en Cuba, Venezuela o incluso en El Salvador. Y más le habría mortificado si al renacer viera a su querida gente de Tréveris comiendo en basureros como toca a los venezolanos bajo la narcodictadura, la que El Salvador favorece en foros internacionales como la OEA.

Marx denunció “la explotación del hombre por el hombre” pero la mayoría de treverianos no puede estar más feliz con lo que los socialistas consideran “explotación”, pues gracias a “los explotadores”, ellos visten bien, comen bien, tienen buenos empleos, se curan al enfermarse, compran sus vehículos y enseres domésticos, en alto porcentaje son dueños de sus viviendas y adquieren muebles, van de vacaciones…

El país entero clama para que lleguen a “explotarlos”

No hay cubano ni venezolano que no quisiera que lo “explotaran” a ser súbditos de regímenes donde “todos son iguales” pero donde solo un minúsculo grupo de más iguales que el resto come los tres tiempos.

Que lleguen negocios, pequeñas industrias, agricultores, comerciantes a “explotarlos” es el clamor de prácticamente todos los salvadoreños del interior del país a quienes los programas del “buen vivir” los han empobrecido a extremos muy tristes, además de arruinar el futuro de muchísimos jóvenes.

Tréveris sufrió mucho durante la guerra como la mayor parte de ciudades alemanas, bombardeadas después que el país estaba derrotado. Pero a lo largo del río Mosela, el gran río en cuyas riberas se siembran los viñedos del Riesling y los blancos del Mosela, hay pequeñas ciudades que quedaron intactas en todo su tradicional esplendor y que son un patrimonio artístico y urbanístico de la humanidad, ciudades que sin duda Marx conoció y recorrió en su juventud.

Tréveris, como toda Europa, es un escaparate de las glorias del capitalismo y de la democracia, el que erradicó el hambre en grandes regiones de la Tierra y, con ello, la servidumbre humana.

Es un gran privilegio visitar Tréveris, disfrutar de su alegría, sentarse en un café a tomar una copa de Riesling “auslese”…