Los primeros mil días son decisivos en un niño

La gran tarea de la gente de bien en este suelo, como lo venimos diciendo, es rescatar la moralidad pública, combatir la violencia y neutralizar el odio de clases -odio nacido de completos y resentimientos sociales- que tantos daños ha causado.

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elsalvador.com

Por El Diario de Hoy

2018-06-11 8:51:32

Los primeros mil días en la vida de un niño determinan lo que él será más tarde, y son decisivos para su inteligencia, salud emocional, capacidad para el trabajo, su memoria y buenos hábitos.

Hay que comenzar, nos dice una persona que ha estudiado esos procesos, por el cuidado de la madre y del niño desde que inicia el embarazo.

Es esencial ocuparse de que la madre esté bien alimentada lo que debe complementarse con vitaminas prenatales, ácido fólico para evitar deformaciones de la criatura y, lo que es muy importante, no fumar ni beber alcohol, pues a través de la sangre esas toxinas llegan al niño en formación y afectan grandemente su desarrollo físico.

Idealmente una madre encinta puede comprar fajas “sonoras”, las cuales emiten sonidos que el niño escucha dentro; en un inicio son sonidos simples que luego, con el paso de las semanas, toman ritmos y secuencias que los niños escuchan, a lo que se agrega -un factor muy importante- lo que la madre habla al niño, lo que le dice amorosamente.

Hablar a los niños antes de que nazcan y después es muy importante, a lo que se agrega leerles, indistintamente de lo que sea: lo importante es que el niño asocie los sonidos y las cadencias de los textos con la ternura materna, lo que influirá el resto de su vida.

Al nacer, lo que más desarrolla la inteligencia de los niños es ver colores, muchos colores y cambiantes colores, lo que se consigue ya sea poniendo globos o papeles de colores encima de la cuna, para que los vea, colores y forma que deben cambiarse con frecuencia.

Idealmente, al niño puede ponérsele música suave, preferentemente música clásica, por la riqueza estructural que tiene; hay selecciones musicales de compositores como Mozart, el Lullaby de Brahms, música de cuna de diversos autores.

Un pequeño, se nos dice, a los tres años se dormía con música de Beethoven y de Mozart, lo que perdura al día de hoy en el adolescente que pasó por este proceso.

Los juegos son el otro gran formador de los niños, juegos de los padres con ellos, de otros hermanos, de niñeras que los cuiden y los quieran, usual con las jóvenes que se emplean para cuidar niños.

La apuesta debe ser la civilización, no la barbarie

Es claro que mientras más ordenada sea una sociedad, más próspera, más y más niños tendrán oportunidad de crecer sanos e inteligentes, de poder educarse en buenas escuelas y participar en deportes y eventos con otros niños de su edad.

Pero esto se desbarató con la guerra de los años Ochenta, que destruyó mucha infraestructura, dividió familias y forzó a millones de salvadoreños a emigrar al exterior, donde a muchos ahora se les persigue por hablar español y no haber arreglado su situación migratoria.

La gran tarea de la gente de bien en este suelo, como lo venimos diciendo, es rescatar la moralidad pública, combatir la violencia y neutralizar el odio de clases -odio nacido de completos y resentimientos sociales- que tantos daños ha causado, tantas muertes y destrucción por ir tras quimeras sin sentidos, los sueños de grupos e individuos sin compasión hacia el sufrido pueblo de El Salvador.

La apuesta debe ser por la civilización, no por la barbarie de fanáticos.