Siguen asesinando a quienes se oponen a la dictadura en Nicaragua

Nicaragua no debe seguir ensuciándose con los maleantes centroamericanos que son acogidos allá y que por ahora son los más exaltados defensores de la dictadura de Ortega y de la mujer.

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2018-06-04 5:00:26

En la marcha de las madres contra la dictadura de Ortega (“liberador de Nicaragua” como se llaman a sí mismas las bandas comunistas), una decena de manifestantes fueron asesinados por grupos parapoliciales, lo que eleva a más de cien el número de víctimas de la dictadura desde que iniciaron las protestas hace dos meses.

Con descaro, Ortega pretende reanudar el “diálogo” con representantes de las distintas fuerzas políticas del país, como nada hubiera pasado y como si hubiera una alternativa a la cuestión esencial: él debe dejar el poder y devolver lo robado; puede tal vez negociarse que salga del país y se refugie en alguno donde no rechacen tenerlo…

Contando los años que estuvo en el poder la familia Somoza, que parecen una tolerante autocracia que no se ensañaba con nadie en comparación con el orteguismo, son casi noventa años de que Nicaragua sufre de una u otra forma de despotismo. Pero lo que son plagas superables en nuestro hemisferio son regla en Turquía, el Medio Oriente, en África, en China comunista…

La democracia en el mundo fue una débil planta que prosperó por unas décadas en Grecia, fue una de las glorias de Roma hasta la muerte de Augusto, fue realidad en Inglaterra a partir de la firma de la Carta Magna por Juan sin Tierra, el usurpador del trono de Ricardo Corazón de León, se dio en los Países Bajos hasta la dinastía Orange… Pero prosperó en América en algunas naciones…

Como todo lo humano, las imperfecciones de los sistemas de gobierno, las luchas partidistas, los celos, los odios entre grupos, la corrupción de muchos son como pestes que hay que combatir día a día.

De allí la hermosa frase de “el precio de la liberta es la vigilancia eterna”, de la libertad cuya tangible expresión es la democracia política.

No hay un derecho a matar a opositores y críticos de dictaduras

La Carta Magna, como los enunciados del Barón de Montesquieu en su “Espíritu de las Leyes”, establecen una esencial condición para la vida en democracia: los pesos y contrapesos institucionales, la inaceptabilidad de poderes absolutos o de permanente desdén hacia el resto de la población como lo que ha caracterizado la dictadura de Ortega (comenzando por la salvajada de anular los procesos electorales), al igual que la prepotencia del grupo en el poder en El Salvador, que ignora las posturas, señalamientos y críticas de los sectores productivos y de la gente honesta y pensante y expresa su respaldo a Ortega.

Las mesas de “diálogo” de Nicaragua, como los “diálogos” que montan la extrema izquierda en El Salvador, son una burla que solo busca darles tiempo para reagruparse y volver a sus tropelías. Porque no se les cruza por la cabeza dejar el poder, pues piensan que son un derecho ganado con las matanzas de personas inocentes, los setena y tantos mil que murieron en El Salvador durante la guerra de los Ochenta.

Nicaragua no debe seguir ensuciándose con los maleantes centroamericanos que son acogidos allá y que por ahora son los más exaltados defensores de la dictadura de Ortega y de la mujer.

Por hoy las organizaciones que en teoría velan por la libertad de nuestros países han demostrado ser inoperantes, pues no pasan de pronunciamientos y condenas verbales, lo que debe dar risa a los Maduro, los Ortega y los Castro. Son sectas que se creen con el derecho de matara quienes se les oponen.