¿Y ahora quién podrá defendernos?

Así las cosas, Culiacán parece cuento de niños si lo comparamos con las atrocidades que se cometen día a día en este sufrido país. Tristemente no será el Chapulín Colorado quien nos defenderá.

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Por Ricardo Lara

2019-11-07 5:05:17

Realmente lo que sucedió en Culiacán, México, es la realidad y no una película del Viejo Oeste, donde forajidos intentan rescatar a su compinche.
En la descomposición diaria en que rota el mundo, El Salvador avanza a paso firme pero atenazado por una desenfrenada corrupción donde difícil será encontrar aquel que esté libre de pecado.
Robar de las formas inimaginables, ordenar el aumento de asesinatos para causar zozobra y tantas situaciones que poco a poco están saliendo a luz es para detenerse a pensar qué clase de país tenemos y, peor aún, qué país estoy heredando. Si lo que sucede y sangra a El Salvador no fuera mortal el título sería más un homenaje al gran cómico mexicano Roberto Gómez Bolaños, pero no lo es. ¡Nadie nos defiende ni nos defenderá!, pues todo el sistema legal de un país está sustentado por la Fiscalía General de la República, institución que en un tiempo fue dirigida por un vulgar delincuente que cuenta, no ovejas sino cebras, en el penal de Mariona. Pero a veces pareciera que no hay Fiscalía porque sus funcionarios se vuelven invisibles y guardan silencio e indiferencia ante recientes casos de corrupción como lo fue la administración de ANDA y cuyo presidente actual pareciera ser parte de ese entramado de “pasión de gavilanes”, donde empiezan a salir a luz sendos actos de corrupción. Soy el menos preparado para entender eso de la extinción del patrimonio, pero sin ser un premio Nobel en economía me pregunto: ¿Cómo puede un funcionario, después de ser un ciudadano común que alquilaba casa o como muchos paga la hipoteca de la misma, que vivía en un sencillo residencial, ostentar carros lujosos, vivir en los más exclusivos residenciales, practicar deportes como pesca, motocross y tener hijos estudiando en los colegios más exclusivos del país? ¿Cómo puede una persona que tuvo un salario promedio gozar de tales lujos?
Eso solo se logra cuando esa persona es corrupta y tiene cómplices que callan, que no investigan porque lo que está debajo de esa perversa corrupción involucra a terceros, a intocables. Comparo a los sicarios de Culiacán con muchos políticos que , sin disparar un tiro, tienen a un pueblo sometido, hincado, muerto de hambre, con pensiones inhumanas y sin agua. No son los ministerios de Salud, de Trabajo ni otros que deben investigar irregularidades en empresas privadas e instituciones públicas. Es la Fiscalía General de la República la que debe investigar casos de corrupción de todos conocidos; pero no, todo está estructurado de tal forma que el estamento político sea algo intocable y así ha funcionado y dudo que algo cambie.
¿Cómo es posible que mientras lujosos campos de golf sean regados con modernos aspersores una gran parte de la población de Santa Tecla no reciba agua?
El presidente de la República revisar detenidamente a su “gente de confianza”, debe tomar el ejemplo de cómo recientemente un funcionario denuncia ¡diez años después! La ebriedad del hombre que le dio trabajo y un puesto de confianza.
Así las cosas, Culiacán parece cuento de niños si lo comparamos con las atrocidades que se cometen día a día en este sufrido país. Tristemente no será el Chapulín Colorado quien nos defenderá. Parece que vivimos en un país fantasma donde la muerte deambula con su filosa guadaña para cortar de tajo la vida del pobre, del honrado. Hay palabras que en una sociedad desarrollada no se pronuncian como es corrupción, mentira, cinismo, vulgaridad, maldad, envidia y egoísmo . Hay palabras que en una sociedad como la nuestra causan pánico al ser escuchadas: honradez, probidad, ética, cualidades inherentes a un ciudadano sin importar su condición. Vale la pena revisar nuestra historia y saber que somos el único país en el mundo con dos movimientos armados en el mismo siglo, ese es el salvadoreño, ese ciudadano que prefiere callar o prefiere matar. En esos extremos se mueve la sociedad salvadoreña y ruego a Dios ilumine a nuestras autoridades para que esa corrupción tan grande en un país tan pequeño llegue a su fin.

Médico.