Derribar estatuas, ¿nueva guerra contra la memoria?

Favorecer el olvido con la estigmatización y la ira no puede ser la solución a largo plazo para sobrepasar las dificultades económicas, sociales, espirituales que nos están obligando a redefinir las bases sobre las cuales nuestras sociedades y países han sido construidos.

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Paolo Lüers

Por Pascal Drouhaud

2020-06-20 5:41:16

El 25 de mayo pasado, Georges Floyd, afroamericano de 46 años, murió ahogado durante su arresto en Minneapolis. Murió ahogado después de haber quedado más de 8 minutos y 46 segundos bajo las rodillas de un agente a quien le decía: “¡No puedo respirar!”. La difusión de este hecho repudiable ha provocado desde entonces manifestaciones contra el racismo, a través del movimiento “Black lives matter”. Pero en los Estados Unidos, varias estatuas de personajes confederados del siglo XIX han sido atacadas. Se está generando de manera muy visible una reflexión sobre figuras que han sido o podrían haber estado comprometidas con el racismo.
En varios países de Europa sucede otro tanto: la estatua de Leopoldo II de Bélgica , Cristóbal Colón en España, incluso Churchill en Londres, Colbert, el famoso ministro de Luis XIV, han sido atacadas o vandalizadas. Las del General de Gaulle han sido blanco de ataques en la región parisina, mientras se celebra el 80o Aniversario del llamado que hizo, desde Londres, para resistir, con los británicos y lideres como Churchill, con protección del Rey Jorge VI, contra el monstruo nazi.
Ese movimiento busca en el fondo imponer una reescritura de la historia a través de una cuadrícula de lectura supuestamente basada sobre la lucha contra el racismo, lo cual provocó una reacción del Presidente francés, Emmanuel Macron. “La República no borrará ningún rastro y ningún apellido de su historia . No olvidará ninguna de sus obras. No desinstalará ninguna estatuas”. Pronunciando estas palabras, dio luz al deseo de la gran mayoría de los franceses.
¿Cómo juzgar el pasado con la conciencia contemporánea? El debate se inscribe en un momento tan especial de la historia de los pueblos : la globalización de las economías desde 30 años está gradualmente borrando la noción de fronteras entre países, en favor de sistemas más regionales. Se esta evaporando las historias nacionales en provecho de conceptos generales sobre los cuales que inscribe la construcción de una nueva lectura de la historia.
Por cierto, el debate en Francia incluye las bases de la República, “una e indivisible” tal como lo dice la Constitución y desde varios años parece que la transmisión de la historia nacional se está debilitando. La lucha para una “Francia libre e resistente del General de Gaulle, a través de su llamado del 18 de junio 1940 se inscribe en una lógica, una epopeya histórica que pasó por la Revolución de 1789 tanto como la Guerra de 100 Años en la Edad Media, del Renacimiento de Francisco I (1494-1547), a Clovis, primer Rey franco ( 481-511). Todos estos acontecimientos se inscriben en una identidad, una historia que funde un espíritu, una voluntad en vivir juntos.
La urgencia de reconstruir un tejido nacional, en el respeto de los fundamentos de la República recordando que todos los ciudadanos son iguales en derechos y deberes, se ha vuelto algo prioritario. Pero se pretende olvidar que la historia está escrita por los seres humanos, en su complejidad y unas veces, contradicciones. Se construye con las experiencias adquiridas a raíz de conflictos, de muchas injusticias y luchas. Nelson Mandela pudo proponer un país multirracial y unido porque atravesó años de la injusticia del apartheid. Se denuncian las ediciones de “Tintín en El Congo”, así como el filme “Lo que el viento se llevó”. ¿Mañana tendremos que prohibir los westerns por lo que muestran de los apaches, navajos o siux?
Esta ola consiste en revisitar la historia. Favorecer el olvido con la estigmatización y la ira no puede ser la solución a largo plazo para sobrepasar las dificultades económicas, sociales, espirituales que nos están obligando a redefinir las bases sobre las cuales nuestras sociedades y países han sido construidos.
Momentos tan particulares como los que vivimos actualmente los ha habido en la historia, como por ejemplo, la caída del Muro de Berlín en 1989 como símbolo de un sistema opresor y un mundo bipolar.
El aspecto más sensible de la conciencia humana consiste en entender el pasado para que no se repiten los momentos de oscuridad y para que los de luz vuelven momentos clave de la conciencia. Es la razón por la cual la historia es tan vital e importante y, con ella, la educación, la transmisión del saber. Lo cierto consiste en entender que el conocimiento, la comprensión nunca se transmitirán genéticamente. Se enseñan y se transmiten para que no se olvide tanto lo bueno como lo peor.
Las estatuas deben representar los actos más positivos y memorables para la sociedad, pero no se debe olvidar la historia, ni politizarla, menos para reivindicar la violencia y cegueras políticas.

Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr