Vive antes de morir

“Antes de herir, siente. Antes de rendirte, intenta. Antes de morir, vive”, expresó justamente antes de morir el inmortal dramaturgo inglés William Shakespeare, en el último acto de su drama. Vive antes de morir, nos dice por igual la existencia, pues muchos en el mundo viven sin vivir o “sólo por vivir” y -en el peor de los casos- se convierten en “muertos en vida”. El premio de la vida y su victoria es encender la llama y descubrir su esplendor y dulzura. Tanto en la tormenta, la oscuridad, la tristeza y las adversidades, como en los días claros, calmos y felices. Canta, pues, en vez de callar; ríe antes que llorar; ama antes de olvidar. Ese es nuestro destino o, dicho a la inversa, el destino de ser. Brillar o desaparecer. Vencer o caer derrotado. Apagar o encender la lumbre -que es de donde viene el verbo transitivo “alumbrar”. Caer y levantarnos. Vivir, y no morir en vida. Ese es nuestro fin de ser humanos: iluminar las sombras para que su amanecer nos cubra de luz. Recordemos a Rumi, el iluminado poeta persa, cuando nos dice desde la noche de los tiempos: “La oscuridad más terrible no es la que te rodea, sino la que te habita.” Concluyendo: “Y la luz más bella no es la que te ilumina, sino la que asoma en tus ojos desde dentro.” <“El Espantapájaros sin Paraíso” C. Balaguer-Amazon>