El 2021 ha sido uno de los años más duros para el mundo y nuestro país no es la excepción. Cuando estamos iniciando un nuevo año siempre volvemos la vista hacia lo bueno, lo malo y lo feo del pasado; prefiero soñar con lo que un común ciudadano anhela, aspira para ser una mejor sociedad, un país más justo.
Cuánto quisiera que este año no se publique una tan sola foto de un joven que desaparece; no, nuestros jóvenes y niños merecen seguridad, educación y no terror.
Que sea el salvadoreño el que acata las medidas de bioseguridad y no pasar por lo dramático que ha sido este año, donde el personal de salud ha sacado la peor parte, colegas que cayeron en primera línea y ojalá el próximo año se les cancele el seguro de vida, que en este momento está pendiente. Que cese ese ambiente de hostilidad donde una sociedad no se define por los buenos y los malos, sino que todos seamos salvadoreños; es difícil, pero no hay manera de sacar adelante al país si el odio es el pan nuestro de cada día.
Que la verdad derrote a la mentira y que todos, sin distinción, saquemos adelante a El Salvador porque el país es de todos. Que nuestra Patria sea esa tierra prometida y que dejemos de decir “Hermanos lejanos”, todos somos hermanos y no que se tengan que seguir arriesgando por emigrar a los EE.UU. en busca del sueño americano, y que sea el sueño salvadoreño el que se haga realidad.
Que se le apueste a la educación y no al militarismo. Demasiado se ha sufrido para que el país retroceda a tiempos para el olvido.
Que el sistema judicial camine por la senda del derecho, donde se aplique la justicia en forma justa, no arbitraria y menos con perdida de identidad. Que el sector salud elija a sus mejores representantes, aquellos que velen por los derechos de todo el personal de salud y que la salud no se politice sino que se humanice en aras de mejorar la atención para el paciente. Espero que la educación llegue a cada rincón del país para así tener ciudadanos educados, que conozcan la verdad y no personas que por una caja de macarrones y atunes se dan por bien servicios si este proyecto de canastas o cajas de alimentos hubiese sido más puro y no con trasfondo político no lo mencionara.
Que no se vuelvan a cometer los errores de vacunar a menores de edad con dosis totalmente equivocadas y que al momento, nadie se hace cargo de tan desatinada acción.
Que la corrupción deje de ser algo común en nuestro país, que el erario se respete y no que se haga una piñata de él, donde en menos de tres años estamos ante un país que navega en la pobreza, vida carísima, con salarios estancados.
Que la Nochebuena sea todos los días, esa noche donde nadie se acueste sin comer. No podemos ocultar los infanticidios y merece traerlo a cuenta pues pareciera que nada nos espanta, nada nos indigna y ese es un llamado de atención a una sociedad a que entendamos que la muerte de tan solo un niño es la muerte de un país entero.
Sueño con que mi país, sea una casa que da cobijo a todos, donde ricos y pobres, creyentes y ateos luchemos por un país mejor. Que se abran las sedes estudiantiles para que aquellos jóvenes que sufrieron el cierre de tales centros educativos tengan la oportunidad de alcanzar sus sueños y no quedar condenados a ser otros desempleado más.
Quizá me quedé corto ante tantos propósitos y aspiraciones; sin embargo, el acto de soñar por dejar una Patria mejor es nuestra responsabilidad, pero merecemos tener esperanzas, aspiraciones para un mejor El Salvador. No sé cómo viene el próximo año; sin embargo, deseo a través de este medio poder seguir aportando, observando, señalando y dando sugerencias especialmente en el tema de Salud Pública.
¡¡Feliz, próspero y bendecido 2022, en que no perdamos la aspiración de ser mejores seres humanos!!
Médico