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Adiós a septiembre

Sólo basta escuchar en programas de radio mañaneros cómo se ufanan de promover groserías y bajezas, con aquella famosa frase de “salvadoreño que se respeta”…

Por Ricardo Lara
Médico

Recién las bandas de paz se preparaban para regios desfiles, todo era algarabía entre bronces y bombos, solemnidad marcial, orgullo patrio; sin embargo, parece que lo escrito en la Bandera Nacional, “Dios, Unión y Libertad”, no es más que una simbología perdida.

Allí tenemos escrita la palabra libertad, pero somos esclavos de nosotros mismos, de nuestra falta de conciencia nacional, de nuestras irresponsabilidades y apatías. No somos una sociedad granítica sino, todo lo contrario,  no hay unión. Aquí aplica esa frase ¡Sálvese quien pueda! Y hablar de Dios es tema aparte: un país que vive  en aparente  religiosidad cuando no hay un tan solo día que en las redes sociales no aparezca la foto de un “desaparecido”.

¿Cómo estará ese hogar? Sin duda alguna, destrozado, pero a pocos le importa, no hay empatía ni solidaridad.

Veamos las cosas despacio. ¿No seremos los que nos creemos hijos de Dios o hombres de bien los que estamos desaparecidos de una sociedad que clama a hombres de verdad?

 ¡Silencio total!

 Un mes patrio que se engalana por desfiles, por cachiporristas cuando El Salvador lo que necesita es más educación, más libros, conocimiento. Se debe seguir apostando por la educación, que tengamos más y mejores escuelas,  más  parques, demostrar que el hedonismo no nos está dominando. Todos buscamos placeres con tal de no entrarle de lleno a la realidad de nuestro país y ser actores de Dios- Unión-Libertad  con la necesidad de que todos  aportemos  más para un mejor país.

 Básicamente se ha apostado por el placer. Parece que si no salimos a algún lugar, no estamos a la moda. Me pregunto ¿fue el Mes Patrio en que más nos llenamos de orgullo de ser salvadoreños?  ¿De qué sirve el orgullo? ¡En absoluto! Para muchos, será un mes para el olvido. Estamos a las puertas de la Navidad, nuevamente preocupan a muchos más las ofertas de licores, jamones y otros, que llevar un poco de Dios, Unión y Libertad en su vida y en la de los que le rodean. El “mea culpa” no existe. Básicamente el consumismo nos destrozó y prueba de ello es esa necesidad primitiva de gastar, de obtener lo que sea. Y, mientras, el país da un rostro de verdadera seguridad y modernismo.

 ¿Qué ha pasado con el deber de llevar educación a cada rincón del país? A nadie le importa. Parece que ser ignorante y analfabeto es una moda: entre menos sé, mejor soy; eso es fácil de detectar, basta leer los comentarios en las redes sociales donde el que se ha preparado no tiene espacio, es la mala educación, la vulgaridad y una ignorancia que rebuzna la que guía o ilumina los pasos de esa persona, que en el mayor anonimato hace alarde de su ignorancia.

Sólo basta escuchar en programas de radio mañaneros cómo se ufanan de promover groserías y bajezas, con aquella famosa frase de “salvadoreño que se respeta”…

¡Algo increíble hasta hace unos años!

La libertad que se enarbola en la Bandera salvadoreña solo se logra cuando conocemos la realidad y a eso se llega a través de la lectura, del estudio, de querer aprender.

 En la zona rural, podemos ver la deserción escolar, intentos de cerrar bachilleratos debido al poco número de estudiantes pero más parece que es un logro la deserción escolar cuando una familia dice que se aprende mejor en la casa cuando ambos padres nunca pusieron un pie en una escuela.

Ese “Dios, Unión y Libertad” nos pertenece a todos.

Septiembre ya es historia y todo quedó en simples desfiles.

Cuando no conocemos la verdadera Independencia, desconocemos nuestra historia, pero también nuestro futuro como nación. A nadie parece importarle. Ya las familias unidas donde las tertulias engalanaban esas tardes serán cosa del pasado; ahora el celular viene a destrozar el núcleo familiar y nos hace creer sabios.

Será el juez tiempo el que pondrá las cosas en su lugar y veremos, si aún tenemos vida, que el celular y la inteligencia artificial no son para el disfrute como parece, es para darle un tiro de gracia a la familia y ser domesticados como borregos. El poder mundial será dueño de nuestras mentes, de nuestros valores, dueños de nuestras vidas.

Los padres de familia tenemos un arduo trabajo por realizar, nadie más lo puede hacer; somos los responsables del futuro de nuestros hijos, o estamos criando personas de bien o generaciones de jóvenes sin valores, que nunca supieron el olor de un libro, una hermosa sobremesa.

Mientras no tomemos conciencia de estos hechos no habrá verdadera Independencia, sino que todo será un simulacro donde el pan y circo ganan la batalla. Hay mucho por hacer en moral y cívica y sobre todo inculcar el amor patrio, el orgullo de ser salvadoreños.

Médico.

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