Dudas y tensiones en la relaciones entre Europa y Turquía

La situación se ha vuelto aún más compleja con la adhesión de Chipre a la Unión Europea en 2004. Los temas migratorios, el tema de la protección de la minoría kurda tanto como de la estabilidad de la democracia, constituyen ejes de tensiones.

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Foto EDH Cortesía

Por Pascal Drouhaud

2020-10-10 4:01:18

Nunca Turquía pareció tan lejos de Europa como ahora. Candidata para ser miembro de la Unión Europea desde 1987, Turquía es también miembro de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). A pesar de estas bases que deberían inscribirla en una forma de destino común occidental, Turquía parece expandirse con fines nacionales a raíz de tensiones regionales. Turquía reafirma su nacionalismo a raíz de la presidencia de Recep Tayyip Erdogan.
Durante las últimas semanas, ha llevado a cabo una misión exploratoria de depósitos de gas en el Mediterráneo oriental, por lo que fue acusada por Grecia, tanto como Chipre, con el apoyo de Francia, de violar sus fronteras marítimas para apropiarse dichos depósitos.
Por otra parte, se despertó el conflicto en la región del Alto Karabag, entre Armenia y Azerbaiyán. Rusia apoyó a Armenia, Turquía se involucró con Azerbayán, a tal punto que la OTAN tuvo que pedirle contener sus posiciones.
El Presidente francés, Emmanuel Macron, reveló que combatientes yidahistas sirios habían cruzado Turquía para llegar en Azerbaiyán. Por cierto, las diferencias de visiones entre Moscú y Ankara, la capital turca, sobre Asia Central tanto como el Medio Oriente o Libia, ilustran el contenido de un contexto en el cual los europeos parecen dar un periodo de indulto a Turquía. Esa tonalidad fue finalmente la que adopto la última cumbre europea de Bruselas, el 1 de octubre pasado.
En lugar de sanciones inmediatas, la Unión Europea prefirió adoptar un doble actitud : mejorar ciertas cooperaciones a condición de que Turquía pare sus exploraciones ilegales en los aguas de Chipre. Este fin de año se hará un estado de situación que otorgara una visibilidad a Europa para que decide cuál actitud tener.
El presidente turco, Erdogan, ha sido invitado a considerar esta oferta. Para Francia, la solidaridad con Grecia y Chipre “no es negociable”, posición que deja vislumbrar zonas de sombra para el porvenir. La propia presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, afirmó que en el caso de nuevas acciones unilaterales de Ankara , la Unión Europea usará “los instrumentos y opciones disponibles”.
Estas fricciones recuerdan la complejidad de la relación entre los europeos y Turquía, a pesar de momentos claves en la recién historia.
Turquía es candidata desde 1987 para adherirse plenamente a la Unión Europea. Los debates entre pro y los que están en contra no paran: llevan sobre la geografía, la Unión Europea teniendo en caso de adhesión de Turquía, una frontera con Siria. Otro punto, la religión: Turquía, siendo un país con una mayoría musulmana cuando Europa esta sometida a una presión social y política sobre su esquema de integración tanto como su identidad, reforzando la “sensibilidad” del tema turco.
Nuevos temas surgieron a raíz de los años: la gobernabilidad y un papel reforzado de la Comisión Europea, un reforzamiento de los instrumentos económicos como lo son el Banco Central europeo por ejemplo. Estos últimos años, la presión migratoria en los países de Europa del sur tanto como Alemania abrió el debate sobre “la identidad”, “las formas de integración” en la diversidad de los países y de sus historias.
Al nivel político, esta situación se traduce en el surgimiento de movimientos nacionales, unos nacionalistas. Los atentados de estos últimos años pudieron reforzar esta tendencia.
Con Turquía, el enfriamiento de la relación apareció con la parada de las negociaciones por Francia y Alemania en 2007, el agravamiento del conflicto con los kurdos. La tendencia siguió a raíz estos últimos años que vieron el reforzamiento del poder central turco mientras el presidente Erdogan sufrió una tentativa de golpe de Estado en julio de 2016.
Cuando las negociaciones de plena adhesión con Turquía se abrieron en 2005, el riesgo de un resbalón existía pero no se lo imaginaba a tal punto que hoy en día, para Europa, están paradas para no decir en “un punto muerto”. Cuestiona el tema turco sobre el proyecto europeo que los miembros quieren. ¿Cuáles son las fronteras geográficas del proyecto europeo? ¿Cuáles son los valores de Europa? ¿Serán compatibles con demás países candidatos ?
Peso demográfico, impacto sobre las instituciones europeas construidas sobre una representación proporcional al número de población, Turquía es un país laico desde las reformas del presidente Ataturk en los anos 1920-1930. Se trataba de una separación de la religión y del Estado con el control de la religión mayoritaria por el Estado.
Este concepto está en debate desde unos años abriendo interrogantes sobre la forma que podría tomar el país. Obviamente los temas geopolíticos no faltan.
Chipre es el punto más relevante de dichas divergencias. Desde 1974, la isla de Chipre está dividida entre una parte sur, de confesión cristiana ortodoxa, la República de Chipre y una parte sur, turcófona y musulmana que constituye la “República turca de Chipre”, reconocida por Ankara pero no por la comunidad internacional.
La situación se ha vuelto aún más compleja con la adhesión de Chipre a la Unión Europea en 2004. Los temas migratorios, el tema de la protección de la minoría kurda tanto como de la estabilidad de la democracia, constituyen ejes de tensiones.
En su informe anual emitido en 2019, la Comisión Europea asegura que Turquía sigue siendo un socio clave de la Unión Europea. Saluda un diálogo de alto nivel sobre varios temas, como lo son los transportes, la economía, la liberalizacion de los productos. Pero señaló sus preocupaciones en cuanto a la degradación del Estado de Derecho y derechos fundamentales en el sistema político a raíz de la reforma constitucional llevada a cabo desde 2017.
El otro tema de vigilancia sigue siendo la economía: para Europa, los países deben tener una economía viable para poder sostener las reglas del mercado y la presión de la competencia. Después de anos de crecimiento hasta 2009, Turquía cohabita con una economía cuya tasa de crecimiento fue de 0 .2% en 2019 (2.6% en 2018 ).
A pesar de todo, hubo progresos en los sectores de la libre circulación de las mercancías, del derecho a la propiedad intelectual, los servicios financieros y el consumo.
Ahora bien, desde 2016, las negociaciones no progresan. Hay prioridades nuevas para Europa que se concentra sobre la ampliación de los países de la zona de Balcanes, administración de la crisis sanitaria y económica generada por la COVID 19, tantas realidades nuevas que explican la situación inédita de la relación europea con Turquía: el proceso sigue vigente pero está parado. Tarde o temprano, la hora de la verdad llegará: ambas partes deberán decidir si tienen un destino en común o si es preferible volver a una cooperación separada. De la respuesta a esta pregunta dependerá el porvenir de ambos.

Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr