Una historia tropical

Cuando no alcanza para todo, se deben priorizar los gastos.

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Foto de referencia/ Archivo/ Lissette Monterrosa / Foto Por Archivo

Por Max Mojica

2019-10-13 5:38:07

El encargado del presupuesto de la pequeña nación iba caminando con paso presuroso por el pasillo que conducía a las oficinas del General al mando de las fuerzas armadas. Iba con ceño fruncido. A él, como buen analista financiero, no le agradaba perder el tiempo en reuniones cuando tenía cosas por hacer: cuentas por cuadrar, tantos y tantos gastos respecto a los cuales tenía que hacer malabares para financiarlos con el correspondiente ingreso fiscal. Perdido en sus cavilaciones, casi tropieza con la puerta de ingreso a despacho del General.

—Buenas tardes, General, ¿me mandó a llamar?

El funcionario fue directo al grano, ya que en un par de horas recibiría a representantes del Banco Mundial, quienes querían conversar con él respecto al déficit fiscal que presentaban las finanzas públicas del país.

—Sí, lo mandé a llamar —contestó parsimonioso el General, sorprendido por lo estilo directo del funcionario y dispuesto a demostrarle que, al menos en su despacho, él era el que mandaba—. Acá le entrego el detalle del presupuesto del gasto del ejército.

Acto seguido, el General le entregó al funcionario una carpeta con el detalle de los gastos.

El funcionario, habituado a manejarse entre números e informes financieros, se fue a la última página del grueso expediente, en donde sabía que podía encontrar el monto total del presupuesto.

— ¡$172 millones!— casi grita el funcionario mientras se atragantaba con el café que acabó salpicando su corbata. Ya recompuesto, logró decir:

—Pero, General, esos son casi $27 millones más que el año pasado. ¿Me podría informar para qué quiere tanto dinero si no estamos en guerra?— preguntó pragmático el funcionario, a quien la suma le parecía desproporcionada y exorbitante para ese pequeño y pobre país tropical, cuyo gobierno tenía que administrar los escasos fondos fiscales para tratar de cubrir las necesidades de un pueblo tan pletórico de estas.

El General, algo molesto porque no estaba acostumbrado a que lo cuestionaran, mirando fijamente al funcionario le dijo:

—¿Acaso no se da cuenta usted de que estamos en desventaja en términos de armamento respecto a Honduras y Nicaragua? ¿Qué pasaría si nos vamos a una guerra con ellos?

La primera reacción del funcionario fue echarse una carcajada, pero cuando vio la seriedad con la que el General estaba abordando el tema, hizo de tripas corazón para poner su mejor cara de circunstancias y se atrevió a decir:

—Pero, General, ¿entonces de verdad que usted cree posible que El Salvador, de nuevo, se vaya a la guerra contra H…

—Permítame un segundo que no he terminado— continuó el General—. Dejemos el tema de la guerra a un lado. Dígame, ¿acaso no se ha dado cuenta usted de cómo está de delicado el tema de la seguridad interna? ¿No ve que la Policía y ciudadanos necesitan de nuestra ayuda?

— …déjeme entenderlo —expresó el funcionario—, ¿entonces va a ir Usted con un obús a tirarle un cañonazo a los mareros? ¿O va a perseguirlos con una tanqueta y les va a disparar con una “punto cincuenta”? ¿O va a bombardear las “casas destroyer” con esos aviones caza chilenos que solo los sacan para el 15 de septiembre? General, si usted está preocupado por la seguridad interna, creo que sería mejor que los fondos se le asignen a la policía, ya que…

—Creo que esta reunión está llegando a su fin, licenciado — interrumpió el General visiblemente molesto—. Ahí tiene usted la carpeta con los montos que necesito para el ejército— carraspeó para dar por terminada la sesión—… Muchas gracias.

El funcionario se despidió cordialmente del General. Mientras caminaba por el pasillo, en su cabeza iba recortando mentalmente los presupuestos de Salud y Educación, pensando que el ingreso público es como un “sábana chiquita”, si te tapas la cabeza, te destapas los pies y viceversa.

Cuando no alcanza para todo, se deben priorizar los gastos. Gracias a Dios que esta historia ocurrió en un muy, muy lejano, país tropical.

Abogado, máster en Leyes.