Un acto prevenible

El Salvador ocupa la posición número 36 en el índice mundial de suicidios, con una tasa de 13.7 por 100,000. En Latinoamérica tiene el tercer lugar, sólo superado por Uruguay y Cuba

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Por José María Sifontes

2019-09-20 6:14:03

El pasado 10 de septiembre se celebró el Día Mundial de la Prevención del Suicidio. A nivel internacional hubo conferencias, congresos, entrevistas con expertos y distribución de material informativo. La fecha, que se mantiene desde 2003, es importante pues intenta crear conciencia pública sobre este tema e incidir en las dramáticas cifras existentes. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, cada cuarenta segundos una persona se quita voluntariamente la vida en el planeta. El suicido es una de las principales causas de muerte en los jóvenes alrededor del mundo y en muchos países está entre las diez principales causas de mortalidad en la población general.
El Salvador ocupa la posición número 36 en el índice mundial, con una tasa de 13.7 por 100,000. Es un índice bastante alto si tomamos en cuenta que son 183 países los que aportan datos. En Latinoamérica tiene el tercer lugar, sólo superado por Uruguay y Cuba.

Las estadísticas también arrojan ciertos datos que mueven a la reflexión y a la acción. Por cada suicidio consumado hay aproximadamente cuarenta intentos; en gran cantidad de casos los suicidas habían tenido intentos previos; nueve de cada diez sobrevivientes de intentos de suicidio no lo vuelven a intentar. Estos datos indican un punto crucial: la mayoría de los suicidios son prevenibles, lo que contrasta con la idea de que no importa lo que se haga, el que tiene la idea suicida en su cabeza terminará matándose. Se sabe ahora que esta idea, además de pesimista, es completamente falsa.

La prevención comienza con identificar factores de riesgo y poblaciones vulnerables, así como factores de protección. Los factores de riesgo más importantes son la depresión y las adicciones. También son factores de riesgo el tener enfermedades crónicas o incapacitantes, el vivir solo y la edad avanzada. Entre los factores de protección se encuentran el tener lazos familiares firmes y el practicar una religión. Tanto la enfermedad depresiva como las adicciones son condiciones graves, que producen mucho sufrimiento, pero son tratables. La clave está en intervenir a tiempo y, en los que las padecen, en buscar ayuda.

Al indagar sobre intenciones suicidas lo más directo es preguntar, aunque no siempre resulta fácil. Muchas personas, incluyendo médicos y psicólogos, tienen temor de preguntar sobre ideas suicidas, creyendo que al hacerlo pueden sembrar la idea e inducir al acto. No es así. La contemplación del suicidio es algo que ya está en la mente del que tiene cuadros depresivos u otro factor de riesgo. Es más, casi todas las personas, hasta las más sanas mentalmente, ha pensado en el suicidio, aunque sea indirectamente o imaginándose en situaciones muy difíciles. De modo que el preguntar no implica peligro y permite obtener información valiosa.

Aunque la depresión es un determinante fuerte no todas las personas con cuadros depresivos tienen potencial suicida. Se busca conocer qué subgrupo de personas con depresión tienen mayor probabilidad de cometer suicidio. A esto se encaminan las investigaciones actuales, a buscar marcadores que permitan identificar con más exactitud a las personas con mayor riesgo.

Las intervenciones van desde las muy especializadas y profesionales, pasando por redes comunitarias de ayuda, hasta el apoyo de un amigo, familiar o guía. Hay incluso canciones que han sido eficaces para disuadir del suicidio, y no son pocos los jóvenes que han manifestado que Everybody Hurts, de la banda REM, les apartó de ideas negativas que estaban tomando forma en sus mentes.

Médico siquiatra