El cultivo del café llegó en el momento justo en la naciente república salvadoreña ya cuando iba de salida el añil, que era la industria que generó bonanza económica en la sociedad colonial del S. XVII y XVIII por medio de la tinta de intenso azul o índigo (proveniente de la planta Jiquilete) muy apreciada en Europa, pero ante el apogeo de la química y las tintas artificiales el añil del nuevo mundo dejó de tener tanta demanda. En el Capitán Gral.Gerardo Barrios recaen todas las glorias y vítores sobre el cultivo cafetalero en las montañas del oriente del país, pero lo cierto es que fue un proceso y claro que Barrios tuvo que ver en ese proceso de transformación de la agroindustria salvadoreña.
Tomo como referencia un reciente libro leído del sacerdote Edgardo Guerrero titulado; Sonsonate, la diócesis antecedentes históricos, una parte del libro es desglosar de la historia patria la parte que le corresponde a la caficultura.
“En realidad el cultivo del café en el actual territorio salvadoreño inicia a mediados del S. XVIII y principios del S. XIX aunque se cultivó poco”. Y menciona Guerrero en las notas del libro: “El brasileño Antonio José Coélho fue contratado por el presidente Liberal Mariano Prado para enseñar métodos y técnicas del cultivo del café en 1830, en 1840 ya hay indicios y posibilidades de exportar café (Cuando ya el añil iba decayendo en los mercados internacionales)” cabe mencionar que fue durante los periodos de los gobiernos liberales en El Salvador (1871-1931) los que propulsaban el cultivo y el auge industrial del café.
En una nota de dicho libro se menciona: “En 1847 durante la presidencia de Eugenio Aguilar se formularon leyes de protección a la producción del café, decretando que el café producido estaría exento de impuesto por un periodo de siete años”.
Dentro de los términos ambientales y sostenibles el cultivo del café versus el cultivo de la caña de azúcar, el del café aventaja, principalmente por el sostenimiento del bosque cafetalero, el café cultivado bajo la sombra (En sistemas agroforestales) es más sostenible que el de la caña de azúcar , aunque muchos dirán: “La taza de café se tiene que endulzar”. En el cultivo de café bajo sombra mantiene los árboles nativos y fomenta la biodiversidad , funciona como bosque productivo que ofrece hábitat a aves, insectos y mamíferos; además el cultivo de café ayuda a la infiltración de agua al suelo y es un excelente sumidero de carbono.
De las notas de Guerrero sobre el capitán Gral.: “Gerardo Barrios en su administración presidencial (1859-1863) es a quien se le ha atribuido como el promotor del cultivo del café, pero lo que hizo realmente fue la transferencia de tierras nacionales para beneficiar al sector privado con la única condición de sembrar café”. También la banca que nace a finales de S. XIX es aliada primordial de la exportación del café, el cultivo no hubiera seguido su apogeo sin el financiamiento y el apoyo monetario al desarrollo de la agroindustria.
A pesar que El Salvador, un pequeño país de Centroamérica se posicionaba por tener de los mejores cafés del mundo, y por tener un fuerte músculo de exportación, factores internos y externos propiciaron su caída, y el emporio cafetalero de El Salvador se desmoronaba, uno de los principales fue el conflicto armado (penúltima década del S.XX) en donde el comunismo encarnado en guerrilla satanizó, persiguió y martirizó a los empresarios productores de café por ser opresores de la clase trabajadora (según ellos).
Por otra parte: La falta de políticas sólidas a favor del sector cafetalero, indiscutiblemente la inestabilidad de los precios internacionales, falta de renovación de plantas del parque cafetalero, la plaga de la roya al cafeto, la falta de innovación y por supuesto el cambio climático., sequías, inundaciones, irregularidad del clima afecta notablemente la producción de café.
Este desestímulo y desaliento lleva a los productores a abandonar las fincas, no hay trabajo en el campo y se origina la migración, falta de mano de obra en períodos de recolecta del grano empeoran la situación.
Sin duda esta situación acrecienta la deforestación a nivel nacional, erosión de los suelos, por ende menos retención de agua y agrava la crisis hídrica, la estrategia es sostener el bosque cafetalero como escudo ambiental ante los embates más fuertes del cambio climático, por medio de compensación, bonos de carbono, apoyo a lo que de verdad produce agua y genera estabilidad. Recordemos que el último bastión ambiental es la caficultura.