Francia-Turquía: el polvo a las puertas de Europa

¿Hacia dónde vamos? Turquía está a la ofensiva, pero también conoce varias debilidades: su economía, con un producto neto bruto que retrocede, obligando el Presidente turco en buscar nuevos mercados. Y Europa constituye un espacio indispensable para sus empresas.

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Foto de referencia AFP

Por Pascal Drouhaud

2020-10-30 7:48:23

El deterioro de las relaciones entre Francia y Turquía alcanzó nuevas alturas estos últimos días, con el llamado del presidente Recep Tayyip Erdogan en un boicot de los productos franceses tanto en Turquía como en el mundo musulmán.
Erdogan arguye las palabras del presidente Emmanuel Macron, quien denunció, después del asesinato de Samuel Paty, un profesor de historia-geografía en una ciudad cerca de París, el riesgo de “separatismo” de una franja radical y consideró adversario de la República al integrísimo islamista.
Para Francia, el peligro está perfectamente identificado: se trata del integrismo islamista que intenta crear confusión en la comunidad musulmana cuando Francia es el país europeo que más musulmanes acoge. Estos ataques no pueden, por lo tanto, ocultar una realidad geopolítica: pone en relieve la guerra de influencia en el Mediterráneo y más allá, por África, del Norte tanto como Occidental, que decidió librar Turquía. Inevitablemente, se choca a Francia, presente económicamente, militarmente, culturalmente y tradicionalmente en esta parte del mundo.
A pesar de que ambos son miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y comparten con muchos otros un espacio en común, el Mediterráneo, nunca desde la Primera Guerra Mundial las relaciones entre Francia y Turquía han sido tan tensas.
Los incidentes se multiplican : el 10 de junio pasado, la fragata militar francesa “Le Courbet” interceptó el barco turco “Cirkin” en el mar Mediterráneo por sospechas de llevar armas hacia Libia, en violación con el embargo decretado. Tres barcos militares turcos acompañaban el “Cirkin”, se negaron al control “iluminando” el barco francés, última advertencia antes de un disparo de cohetes.
El 10 de agosto el barco de exploración subminera “Oruc Reis” provocó tensiones entre Grecia, Chipre y Turquía. Francia desplegó dos aviones de ataque “Rafale” apoyando a Grecia. El “Oric Reis” finalizó su misión y volvió a Turquía. Las tensiones bajaron, pero duró muy poco.
El 24 de octubre pasado, el presidente turco insultó a su homólogo francés, poco antes de llamar al boicot de los productos galos en su país y en el espacio musulmán. Francia, traumatizada después de la decapitación de Samuel Paty el 16 de octubre pasado, está desde entonces reaccionando frente al aumento de presión.
Desde el 25 de octubre pasado, hablando de temas de política interior, el presidente turco sobrepasó una frontera roja a la cual Francia decidió contestar de varias maneras. Extrañando el llamado al boicot de los productos franceses, el país galo toma muy en serio la posición turca. Considera que el objetivo es crear disturbios en dos frentes: activar una forma “de estabilización del interior”, basándose sobre la idea de una forma de “cacería de brujas” contra los musulmanes, ocultando las leyes de Francia y la historia de una República protectora para todos con los mismos derechos y deberes en el territorio nacional. El frente exterior lleva sobre la aparente voluntad de Turquía en reforzar sus posiciones en la región del Mediterráneo. Más allá, implantándose en Libia, el blanco parece ser la región de África del Norte y, en consecuencia, África Occidental, confrontada a la amenaza de movimientos terroristas islamistas. En el Sahel, varios países como el Malí, el Nigeria, el Burkina Faso, pero también Senegal, Mauritania y Costa de Marfil lucha contra la presión integrista. En Libia, apoyando el gobierno de unión nacional de Fayez el Sarraz, basado en Trípoli se enfrenta contra el aliado de Francia, el Mariscal Haftar.
Gracias a su alianza con el GNA, Turquía dispone ahora de dos bases en el oeste de país, desplegando un potencial militar importante. En Siria, son más de 10,000 los soldados turcos presentes con un objetivo sencillo : impedir la constitución de un espacio kurdo. Por su parte, Francia dispone de fuerzas armadas en el dispositivo “Chammal” tanto como en Irak. Disfuncionamientos en la OTAN, una forma de chantaje a las migraciones para tener peso sobre Europa, nueva base en Qatar contrabalacando las instalaciones francesas en Abu Dhabi, presencia en la región del Alto Karabagh, en las fronteras entre Armenia y Azerbayán, el activismo internacional turco crece. Los últimos ataques de desprestigio hacia el Presidente francés confirman la convicción de que Francia es un blanco, situación contra la cual ha decidido resistir : un mejor control de la violencia en las redes sociales, detección de personas radicalizadas, expulsiones.
¿Hacia dónde vamos? Turquía está a la ofensiva, pero también conoce varias debilidades: su economía, con un producto neto bruto que retrocede, obligando el Presidente turco en buscar nuevos mercados. Y Europa constituye un espacio indispensable para sus empresas. El segundo problema para Turquía es Rusia. ¿Ante el activismo turco aceptará el presidente Putinasistir sin reaccionar, a la llegada de un nuevo actor regional en Medio Oriente con ambiciones en África? Podemos dudarlo. Más que nunca, en este contexto, las relaciones entre Francia y Turquía constituyen polvo en las relaciones internacionales contemporáneas.

Politólogo francés, presidente de LATFRAN.