El “lugar más mágico de la Tierra” –afirma la publicidad– está en la ciudad de Orlando, en el centro de Florida, y ese lugar es Disney World, especialmente el parque temático Magic Kingdom.
Vivo en Miami, a unas cuatro horas en automóvil de Orlando, y he ido con mi familia a los parques de Disney World en numerosas ocasiones. Es un viaje entretenido y a toda velocidad por la autopista conocida como el Turnpike, que va desde la entrada a los Cayos de Florida, en el sur de la península, hasta el centro del estado. Ese recorrido aparece en un capítulo de mi novela policial El ocaso, publicada por Mundiediciones, cuando el detective Fernando Estrada regresa a Miami tras darle su merecido a un villano.
Desde la pandemia en el año 2020, no habíamos regresado a los parques de Orlando. Hace unos días, impulsados por el deseo de volver a experimentar la magia que Walt Disney llevó a Florida el 1 de octubre de 1971, cuando se inauguró Disney World, subimos a nuestro auto y tomamos la autopista rumbo norte, en dirección a Orlando. Elegimos un hotel en el que ya nos habíamos hospedado varias veces, Parkway International, un atractivo resort en Kissimmee, la pintoresca ciudad junto a Orlando, llena de atracciones y a corta distancia de los parques.
Una vez más entramos en Magic Kingdom. Caminamos entre la muchedumbre de visitantes que paseaban por Main Street, visitando las tiendas, fotografiándose con los actores disfrazados de personajes de Disney y avanzando hacia el castillo de Cenicienta al final de la calle. Navegamos por un río en medio de la selva en Jungle Cruise, la atracción en la que se basa la película del mismo nombre, protagonizada por Dwayne Johnson y Emily Blunt. Anduvimos por el Viejo Oeste en la sección de Frontierland. Giramos en una taza de té gigante, rodeados por personas en otras tazas, en la sede de Alicia en el País de las Maravillas. Vivíamos de nuevo una aventura trepidante, plena de acción, de diversión, del encanto de un mundo al otro lado de un espejo de fantasía, un mundo en el que volvemos a ser niños.
Desde luego, no nos podíamos perder la emocionante atracción de los Piratas del Caribe. Haciendo la larga fila de visitantes, nos internamos en el tenebroso castillo del Morro y subimos a un bote, que nos llevó, tras una breve caída en la oscuridad de una caverna en la costa, al escenario de una fiera batalla. Desde sus barcos, los piratas disparaban sus cañones contra una ciudad colonial, que finalmente tomaron y saquearon, mientras veíamos la escena con asombro, cruzando el canal de la ciudad en nuestro bote. La atracción inspiró la célebre saga de Los Piratas del Caribe, protagonizada por Johnny Depp como el capitán Jack Sparrow. Y me inspiró para escribir un cuento, En manos de los piratas, publicado en la revista Baquiana.
Al caer la noche, el reino de Disney se llenó del esplendor de los espectaculares fuegos artificiales lanzados junto al castillo de Cenicienta, realzado por una maravillosa luz azul. La deslumbrante pirotecnia selló el fin de un día pletórico en aventuras, juegos y emociones para visitantes de todas las edades.
Prometo que a la primera oportunidad volveremos al lugar más mágico de la Tierra. [FIRMAS PRESS]
Andrés Hernández Alende es un escritor y periodista radicado en Miami. Sus novelas más recientes son El ocaso yLa espada macedonia, publicadas por Mundiediciones.