Por sus reiterados achaques de naturaleza crónica como los mareos, debilidad, problemas de locomoción, caídas frecuentes, osteoartritis, artrosis de rodillas, colon irritable, hipertensión arterial, etc., algunos adultos mayores son rechazados hasta por sus mismos familiares y confinados a vivir en habitaciones pagando a alguien para que los asista y acompañe. En el último tramo de su vida lo más común es que no los llegan a visitar con la frecuencia deseada incrementando su tradicional soledad y abandono, aun cuando aparentemente no les falta nada.
No extraña entonces que ocurran casos de desalojos de envejecientes de sus viviendas en ruinas, privándoles de sus actividades habituales para ganarse la vida. En efecto antiguas instalaciones que desde hace varias décadas han sido utilizadas como bodegas, rudimentarios talleres artesanales, colecciones de objetos de principios de siglo, centros de esparcimiento, hospedajes y diversidad de establecimientos han pasado a mejor vida llevándose de encuentro a sus inquilinos, moradores, operarios, cuidanderos y parientes, hasta con sus mascotas.
El senescente promedio vive a plenitud y se siente mucho más a gusto en su propio hogar, aunque este se haya convertido en una covacha, taller, bodega, negocio, depósito de chatarra o colección de antiguallas. Se siente seguro y se queja menos cuando forma parte de su hogar y participa de las decisiones de la familia, ve crecer a su parentela, disfruta de la llegada de sus nietos y percibe la calidez del entorno por humilde que sea. Naturalmente arrancarlo de su nicho que “ha labrado” durante décadas y “dejarlo en la calle” es causarle un profundo daño, destruir sus motivaciones que lo inducen a sobrevivir y naturalmente acelera su deterioro físico como emocional.
Afortunados son algunos ciudadanos que logran alcanzar una edad avanzada con salud aceptable y pueden desempeñar algunas labores, no así aquellos con menos suerte que residen en humildes viviendas rentadas y que a pesar de sus achaques y limitaciones laboran en pequeños negocios para ganarse el sustento diario. Estos héroes lejos de ser objeto de desalojo, deberían de reubicarse y resolver sus problemas de subsistencia.
¿Qué hacer para mejorar la educación en salud de los miembros de la familia, cambiar hacia hábitos y estilos de vida más saludables y evitar en lo posible la soledad no deseada en los parientes de mayor edad? Ante la imposibilidad de llegar indemne a la tercera edad tan importante son las actividades recreacionales como los controles médicos periódicos, atenciones odontológicas, la adecuada nutrición, las ayudas para evitar las caídas y la interacción con los miembros del resto de la familia y circulo de allegados.
Probablemente las mayores dificultades se presentan para responder las interrogantes: ¿Cómo mejorar la calidad de vida de los envejecientes no cubiertos por el ISSS que carecen de servicios básicos y medios de subsistencia?, ¿Cómo auxiliar al adulto mayor que tiene que trabajar para sobrevivir y cuyos ingresos no le son suficientes para satisfacer sus necesidades y tratar sus achaques? y ¿Cómo mejorar los ingresos del grupo familiar que depende de la escasa pensión de un jubilado?
Aun cuando cada año no pocos profesionales, científicos, escritores, jueces, maestros, etc. pasan a situación de retiro, muy pocas experiencias y conocimientos acumulados por décadas por los últimos, son transferidos y aprovechados por las nuevas generaciones.
En algunos países desarrollados como Japón, Taiwán, Alemania y otros no se desperdician los conocimientos y experiencias de los profesionales altamente especializados que se jubilan, y así vemos a algunos de ellos con más de ochenta años de edad, laborar por horas en la medida de sus posibilidades, en calidad de asesores y consejeros de grupos técnicos, directivos de ventas y operativos especializados. Para no ir muy lejos, todavía recuerdo al maestro Dr. Luis Edmundo Vásquez, eminente médico internista que después de jubilado, a sus noventa años de edad, asistía puntual a su cita a las 7:00 a.m. en el Hospital Rosales para asesorar y orientar a los jóvenes practicantes sea pasando la visita diaria cama por cama sea presidiendo una conferencia clínica.
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