Trabajando desde la casa

Nos esperan épocas difíciles. Dentro de todos los retos, el de adaptarnos con flexibilidad a trabajar desde la casa, apreciando que tanto las ventajas y desventajas que vienen con interrumpir la rutina corporativa son parte de la bendición de contar con empleo, es un reto menor.

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Por Cristina Lopez

2020-04-19 5:20:27

Hace tres o cuatro semanas, la cultura del telework, trabajo remoto, o simplemente, trabajar desde la casa, le era habitual solo a unos pocos. Era la situación ideal de los nómadas digitales, aquellos miembros de la fuerza laboral global cuyo quehacer diario depende más de sus habilidades tecnológicas que de su situación geográfica, por lo que trabajan desde donde sea. Pero era un concepto más atado a la cultura de empleadores en el rubro tecnológico que algo generalizado.
Aunque varias empresas han comenzado a incluir entre sus beneficios la posibilidad de trabajar desde la casa un par de veces a la semana, aún existe resistencia y esta flexibilidad es la excepción y no la regla para la mayoría de empleados. La inercia de usar el número de cuerpos en la oficina como medida de productividad laboral hace que muchos empleadores asuman que no ver físicamente a las personas implica necesariamente una pérdida de control, o la ausencia total de rendición de cuentas.
Pero en las actuales circunstancias ya no importa qué filosofía tengan los empleadores: aquellos que incorporaron flexibilidad en sus culturas de trabajo, enfocándose en la calidad del trabajo producido en vez de la locación geográfica dónde se produjo, sudarán menos calenturas durante la transición cuasi-obligatoria hacia el trabajo remoto que nos ha impuesto el peligro de contagiarnos de COVID19, que aquellos intentándolo por primera vez.
Si bien hay quienes tienen décadas de experiencia en trabajar sin oficina, para muchos la experiencia es completamente nueva y como todo lo nuevo, se disfrutan y se sufren a la misma vez las ventajas y desventajas de tener trabajos que pueden realizarse sin ponernos en peligro. Entre las bendiciones se incluyen huir del tráfico, no tener que tomar café de oficina, no tener que rotular con nombre el tupperware con el almuerzo dentro del refrigerador comunal, y disfrutar del amor y compañía de las mascotas durante el horario laboral, entre otras.
¿Y las desventajas? Más de alguno de nosotros ya habrá conocido a una de las criaturas mitológicas del teletrabajo que ni los griegos con toda su mitología y mezclas de especies fantásticas pudieron imaginar. No tuvieron problema en imaginar al centauro, mitad hombre y mitad caballo, o al fauno, mitad humano y mitad cabra, pero jamás se les ocurrió la combinación horrorosa del “profesional remoto”: el que se viste la mitad de arriba con atuendo de oficina mientras permanece en piyamas la mitad de abajo y al olvidarse de que está en cámara durante teleconferencias y llamadas, se aparta de su computadora por un momento y sorprende a sus colegas con el efecto total de la mezcla de atuendos de cuerpo entero en todo su esplendor. O la desventaja del colega que olvida silenciar su micrófono y obsequia a todos los asistentes a la reunión cibernética con la serenata de un inodoro desaguando.
Nos esperan épocas difíciles. Dentro de todos los retos, el de adaptarnos con flexibilidad a trabajar desde la casa, apreciando que tanto las ventajas y desventajas que vienen con interrumpir la rutina corporativa son parte de la bendición de contar con empleo, es un reto menor. Hagamos lo posible por llevarlo con el mejor de los ánimos, buen humor y la mayor dosis de paciencia y flexibilidad con los demás. Es la mejor manera de cuidarnos entre todos, para nuestros colegas y para nuestras familias.

Lic. en Derecho de ESEN, con maestría en Políticas Públicas de Georgetown University. @crislopezg