“Superémonos” en vez de “separémonos”

Casi todas las historias tienen un final feliz. Si hoy no estoy feliz es la señal más segura de que no ha llegado el final de mi historia. Quiero vivir, quiero quedarme para ver el final.

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Braima Suncar Dabo (R) de Guinea-Bissau, asiste a Jonathan Busby desde Aruba a través de la línea durante la ronda de clasificación masculina de 5000 metros en el Campeonato Mundial de Atletismo. EFE/EPA/JEAN-CHRISTOPHE BOTT

Por Salvador Gómez

2019-09-27 5:34:30

Es la decisión más valiente e inteligente. Los que abren la puerta de la superación lo hacen diciendo: más vale que digan “aquí creció, que aquí corrió”. Esta es una decisión que los cónyuges deben tomar juntos. Es lo que todos deseamos o deberíamos desear, especialmente cuando en esa relación existe un sacramento y están unidos para siempre en la persona de los hijos.

Este es el deseo de Dios y de la Iglesia: “Lo que Dios unió que no lo separe el hombre” (Mt 19. 6). Por el bien de la pareja, por el bien de los hijos, por el bien de la Iglesia, por el bien de la sociedad … VALE LA PENA QUEDARSE.
Para animar a las parejas a tomar libremente la decisión de quedarse, les cuento la historia de Tomás, el apóstol que no estaba cuando Jesús resucitado se presentó a los demás: todos decían: “Tomás, hemos visto a Jesús… está vivo, ha resucitado”. Tomás solo sacudía su cabeza y decía: “Si no lo veo, no lo creo”. Sin embargo. a pesar de las dudas, superando la tristeza, frustración, la culpabilidad y todo el cúmulo de sentimientos negativos, tomó la decisión que cambió su vida cuando con su actitud dijo: “No he visto lo que deseo ver, pero por las dudas me quedo”. “Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa. Y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: ‘La paz esté con ustedes’. Después dijo a Tomás: ‘Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree’: Tomás exclamó: ‘Tú eres mi Señor y mi Dios”. Jesús replicó: ‘Crees porque me has visto. iFelices los que no han visto, pero creen!’ ” ( Juan 20.26-29).

Bienaventurados, dichosos, felices, los que superando la frustración de no ver lo que quisieran ver, siguen creyendo en el amor y esperando contra toda esperanza. Siempre espera que sea posible una maduración, un sorpresivo brote de belleza, que las potencialidades más ocultas de su ser germinen algún día. No significa que todo vaya a cambiar en esta vida. Implica aceptar que algunas cosas no sucedan como uno desea, sino que quizás Dios escriba derecho con las líneas torcidas de una persona y saque algún bien de los males que ella no logre superar en esta tierra. (Amoris Laetitia #116).

Casi todas las historias tienen un final feliz. Si hoy no estoy feliz es la señal más segura de que no ha llegado el final de mi historia. Quiero vivir, quiero quedarme para ver el final. Soy una persona buena pasando un momento malo. Somos una pareja buena pasando un momento malo. Ese mal momento pasará y lo que soy, lo que somos, permanecerá y continuará con más fuerzas, con más brillo, con más intensidad. Qué bueno que en Caná de Galilea a los recién casados se les acabó el vino. Eso les dio la oportunidad de ver el milagro y continuar la fiesta juntos tomando el mejor vino. (Cf Jn. 2.l-10).

Cuando en lugar de decir a SEPARÉMONOS hemos tomado la decisión de decir a SUPERÉMONOS se abre no solo una puerta, sino un largo camino lleno de luces y sombras, lleno de montes y valles, de retos, de batallas, de victorias, pero todo eso lo haremos juntos, sabiendo que la gente que triunfa no es la que tiene mejores circunstancias en la vida, sino la que tiene la mejor actitud y la mejor compañía para enfrentar cualquier circunstancia que les toque vivir.

Predicador católico

Salvadorgomezoficial@gmail.com