Sobre las opiniones del Plan Control Territorial

Dudemos de todas las lecturas de la realidad nacional, pero especialmente de las que son planteadas como verdades absolutas y con adornos emotivos y adulaciones

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Por Carlos Ponce

2020-01-14 6:10:52

La cantidad de homicidios registrados en el país presenta una sensible reducción. Los funcionarios del Ejecutivo y sus aliados de la Asamblea Legislativa adjudican esta disminución a la ejecución del Plan Control Territorial. Dicha iniciativa no ha sido claramente explicada y, al menos a nivel mediático, ha tenido un enfoque sumamente limitado, concentrándose en el despliegue de policías uniformados y soldados.
Se identifican dos tipos de posturas sobre la reducción en los homicidios. Una cuestiona la posibilidad de que el Plan Control Territorial, por sí solo, haya tenido el impacto que argumenta el Gobierno. Distintos analistas han planteado escenarios alternos sobre la dinámica que, según ellos, ha llevado a la disminución. Otros, sin embargo, han brindado opiniones consistentes con la versión gubernamental, atribuyendo la reducción en la cantidad de homicidios exclusivamente al Plan Control Territorial. ¿Cuál es la posición más acertada? ¿Qué analistas están en lo correcto?
Contestar objetivamente estas interrogantes requiere adoptar una postura crítica ante ambas opiniones. El escepticismo, después de todo, es un rasgo característico de quienes buscan generar evidencia empírica para entender mejor nuestro entorno. El proceso de formulación de teorías y la construcción de conocimiento se basa precisamente en la capacidad para dudar y poner a prueba la validez de premisas, supuestos y razonamientos. Dudemos así de las dos posturas por igual e identifiquemos características en cada una para categorizarlas.
Al analizar opiniones consistentes con la tesis gubernamental se puede observar que generalmente quienes las plantean no ofrecen argumentos técnicos sólidos, las formulan como verdades absolutas con un evidente tono adulador, que algunos tratan de disfrazar sin mucho éxito. También se detecta, con mucha frecuencia, una intención por apelar a las emociones de los ciudadanos. Por ejemplo, es común que los que las expresan las adornen con matices de heroísmo o maldad, según resulte más conveniente para venderlas.
Las lecturas críticas sobre la reducción de homicidios, por otro lado, tienden a apelar al razonamiento lógico de los salvadoreños y a basarse en argumentos guiados por evidencia empírica y premisas científicas. Es inusual identificar el uso de ornamentos emotivos en estas apreciaciones. Los que vierten este tipo de opiniones las tratan de mantener objetivas y, muchas veces, se observa el uso de los formalismos que rigen el mundo académico-científico.
Estas diferencias resaltan lo importante que resultan los escenarios planteados por las posturas disidentes sobre la disminución en la cantidad de homicidios. Descartarlas sería algo así como padecer de una grave enfermedad y hacer caso omiso al diagnóstico y las indicaciones de un respetable médico solo porque nos parece frío y odioso, pero usar los remedios caseros sugeridos por la cálida y simpática señora de la tienda de la colonia que nos cae bien. Obviamente, en ese tipo de circunstancia se tiene que poner a un lado las emociones. La forma en que nos hace sentir el médico es irrelevante. La prioridad es escuchar con atención y seguir con diligencia las indicaciones del doctor para poder superar nuestra enfermedad.
Darle el mérito a las lecturas críticas es especialmente importante considerando la gravedad de los escenarios sugeridos. Por ejemplo, unos analistas afirman que existe evidencia que indica que la disminución en la cantidad de homicidios se debe a una negociación entre las pandillas y el Gobierno. Lo más preocupante es que esta apreciación es consistente con las esporádicas y pronunciadas alzas en los homicidios. El cálculo y la capacidad de controlar la visibilidad de las agresiones letales sugiere que los incrementos persiguen un propósito definido.
Dudemos de todas las lecturas de la realidad nacional, pero especialmente de las que son planteadas como verdades absolutas y con adornos emotivos y adulaciones.

Criminólogo.