Sí a la vida, sí a la familia

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Foto/EDH

Por Luis Enrique Contreras Reyes

2019-08-16 9:57:51

La vida humana es realmente inconmensurable. Nuestra finitud terrenal es incapaz de valorarla y dimensionarla. Por tal razón algunos personajes siniestros buscan encasillarla en una medición materialista perversa, en la cual sibilinamente encierran diversos fines personales y perniciosos.

Me aboco a la antropología filosófica para explicar en términos universales sobre el significado de familia. Esta nos expone su conceptualización de familia de ayer, hoy y siempre. La familia como tal no muta, ni cambia, es dinámica, la familia está en el mundo y está sometida a una historicidad, a fenómenos económicos y sociales; pero nunca estos fenómenos hacen que la familia cambie su naturaleza.

Recordemos que ser persona es una forma específica de ser y estar en el mundo es un estar consigo mismo, frente a los otros y frente al mundo. La persona no es un genérico; por lo tanto, no se puede conocer masivamente a todos, la persona es el cada quien, es algo individual y es inabordable en su totalidad. Conocemos a alguien paulatinamente, incluso la misma persona se va conociendo a sí misma a través de las relaciones con los demás. Debido a nuestras limitaciones humanas e imperfectas, solo aspiramos a arañar la realidad personal y la de los demás.

La intimidad personal de cada quien solamente puede conocerse en la familia. Este es el hábitat perfecto para esa interacción natural entre esposos e hijos. Otro punto importante es que la persona no es libre. La persona es libertad y hay una diferencia entre ambas. La persona humana tiene libertad en el orden del ser, no del hacer, ni del tener. La persona humana es crecimiento irrestricto, es aquel que se construye a sí mismo.

El hombre va conquistando su libertad, mediante crece su madurez, no es libertad absoluta y está limitada por su imperfección. No somos seres perfectos; por lo tanto, no somos absolutamente libres.. Existen leyes naturales que nos condicionan como tal y estas siempre deben respetarse.

La persona humana es intimidad y alteridad, somos diferentes unos de otros; por tal razón cuando nos quieren automatizar y adoctrinar con artilugios en el lenguaje como salud sexual y reproductiva, buscan engañarnos de forma abyecta. Se reproducen los animales, los seres humanos procreamos, la reproducción es algo igual, repetitivo; la procreación conlleva la afectividad y educación de los hijos. Poseemos dignidad. También un ecologismo mal orientado asevera que somos una especie más y a diferencia de los animales que viven en el mundo, nosotros como humanos habitamos en él, lo transformamos y perfeccionamos para nuestro beneficio.

En el ámbito de la sexualidad no estamos condicionados ni dominados instintivamente como los animales. Por eso la sexualidad humana es lenta y prolongada en el tiempo, porque su dominio depende de la madurez de la persona y es un error buscar acelerarla, exacerbando precozmente la sexualidad en los jóvenes.

El culmen de la sexualidad humana es el amor y es esta la que corresponde a la sexualidad humana, una sexualidad que se convierte en amor al otro. Aquí evidenciamos lo vital de la complementariedad entre hombre y mujer, como lo define la filósofa y antropóloga española Banca Castilla y Cortázar: “Lo femenino es esa realidad que hace habitable el mundo y que prepara a la persona para habitar el mundo”,

La familia es el primer hábitat de la persona, la familia es coexistencia personal porque cobija al ser humano desde su concepción hasta su muerte. Por lo tanto, la familia natural es un tesoro invaluable que debe cuidarse y promoverse, establecer leyes que la protejan y que garanticen su robustez en un presente que evidentemente la necesita muchísimo.

Analista político @LuisSaxum