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El amor más grande del mundo

La Semana Santa es un excelente tiempo para meditar o reflexionar lo siguiente: ¿cómo está nuestra alma y vida? ¿Somos agradecidos con Dios y su hijo Jesús? ¿Soportamos nuestras cruces diarias con amor? ¿De qué debemos convertirnos o cambiar? ¿Apreciamos y agradecemos todos los sufrimientos y sacrificios que Jesús hizo para nuestra redención? ¿Amamos a nuestra Madre María o aún no?

Por Gerardo Schonenberg

Deseo dedicar mi artículo correspondiente a la Semana Santa, a una persona que muchas veces olvidamos y dejamos sola: me refiero a Nuestro Señor Jesucristo, ya que Él, a pesar de todas nuestras ofensas hacia Dios y nuestra Madre, la Virgen María, sigue perdonándonos y siendo misericordiosos con nosotros los pecadores.

Dios es un Padre que hasta envió a su Hijo Jesús al mundo para que nosotros, gracias a todo lo que hizo Él y su martirio en una cruz, tengamos la oportunidad de ir al cielo algún día cuando nos muramos terrenalmente porque como sabemos el alma no muere. Según lo que hayamos hecho bueno o malo podemos terminar en el cielo, purgatorio o en el infierno con satanás.

Es tan justo y misericordioso que, por cada obra de misericordia que hagamos, nos borra cientos de pecados y ofensas que cada segundo hacemos; quiere que seamos como niños en la pureza de mente, corazón, cuerpo y alma; como todo padre nos ama a cada criatura como únicos y sabe lo que necesita cada quien; cada vez que nos acercamos a Él y a la Virgen, le hablamos, le buscamos y le pedimos consejos se pone tan feliz, pero lastimosamente los seres humanos nos hemos olvidado de acudir diariamente, en las cosas buenas y mala a Él y a nuestra Madre la Santísima Virgen María que en vez de acudir a ellos los dejamos solos o los queremos quitar de nuestras vidas.

Además de ser nuestro Padre es nuestro Salvador y, por tanto, los salvadoreños que vivimos y nacimos en el Pulgarcito de América tenemos que ser agradecidos y amar siempre a Dios y a la Virgen, ya que somos el único país de todo el mundo que a pesar de ser el más pequeño del mundo llevamos el nombre de nuestro Salvador del Mundo.

A pesar de tanto amor que Dios nos tiene, nosotros muchas veces le damos la espalda; por ejemplo: cuando tenemos al dinero o el placer como un Dios, cuando preferimos la playa o Disney y no lo acompañamos ni visitamos en las parroquias durante la Semana Santa, cuando cometemos cualquier tipo de pecado, cuando no amamos a Dios y nuestro prójimo.

Esta Semana Santa es una gran oportunidad para poder vivir de corazón el Jubileo 2025 “Peregrinos de la Esperanza”, es decir, confesarnos, visitar algunas de las iglesias establecidas como jubilares o con puerta santa, pasar dicha puerta y cumplir las otras disposiciones estipuladas por la iglesia católica para poder ganar la indulgencia plenaria que borra la pena de nuestros pecados a pagar el día que muramos.

La Semana Santa es un excelente tiempo para meditar o reflexionar lo siguiente: ¿cómo está nuestra alma y vida? ¿Somos agradecidos con Dios y su hijo Jesús? ¿Soportamos nuestras cruces diarias con amor? ¿De qué debemos convertirnos o cambiar? ¿Apreciamos y agradecemos todos los sufrimientos y sacrificios que Jesús hizo para nuestra redención? ¿Amamos a nuestra Madre María o aún no?

Licenciado en Turismo.

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Cristianismo Opinión Semana Santa

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