El momento de valientes

Este es un momento crucial para la República. Ahora es cuando las diferencias entre valientes y cobardes serán más evidentes. Será fácil diferenciar a los que juran falsa lealtad al pueblo de los que están dispuestos a enfrentar lo que sea con tal de proteger a la República

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Manuel Hinds / Foto Por Archivo

Por Carlos Ponce

2020-05-14 9:00:55

El número de policías y militares infectados con el nuevo coronavirus va en aumento. Los rumores sobre los primeros casos empezaron a circular a mediados de abril. Ahora, según los funcionarios del gabinete de seguridad, hay aproximadamente 40 efectivos castrenses y 32 policiales contagiados. Es probable, sin embargo, que la cifra sea mayor.
La transparencia y objetividad en el manejo de datos no son rasgos característicos del actual gobierno. No sería raro que algún gurú del mercadeo, de esos que hoy en día mandan más dentro del aparato estatal que cualquier funcionario, haya decidido que era más conveniente reducir el número de casos publicados para minimizar la gravedad de la situación.
Además, hay que tomar en cuenta que puede existir un sub-registro. Las personas que experimentan síntomas moderados los esconden para evitar ser expuestos a las crudas condiciones bajo las que las autoridades mantienen los centros de contención y los hospitales. El contagio entre policías y soldados era de esperarse. Las pésimas condiciones bajo las que el personal está acuartelado en delegaciones policiales y guarniciones militares no son las adecuadas. Duermen amontonados, muchas veces en el suelo, y comparten baños terriblemente sucios. Indudablemente este tipo de ambiente facilita la propagación de enfermedades. Sin embargo, los policías y soldados han sido expuestos a un riesgo de contagio aún mayor por razones políticas. La instrumentalización de los cuerpos de seguridad, en nombre de las ambiciones de una élite reducida y no en favor de la República, los ha arriesgado en extremo durante la emergencia. El gobierno los ha utilizado en una estrategia orientada a que en el país se dé una transición hacia un régimen de corte autoritario. Los decretos ejecutivos han otorgado cada vez más poder al Ejército y la Policía, introduciendo un esquema que propicia las detenciones arbitrarias, el abuso de autoridad y el uso excesivo de la fuerza.
Aprovechándose de esos poderes, los policías y soldados están siendo enviados a controlar cualquier situación sin un protocolo sanitario que asegure su protección del virus. Durante la emergencia se han desplegado contingentes completos, incluyendo tanquetas, para cualquier cosa, hasta para hacer anuncios. A diferencia de lo que ha pasado en otros países, las órdenes del Ejecutivo han llevado a incrementar la cantidad de contactos entre policías y ciudadanos, incrementando así el riesgo de contagio.
Hace unas semanas, cuando circularon los primeros rumores de efectivos infectados, escribí un artículo en el que hablé sobre el tema. También he escrito sobre cómo, a medida el virus continúe avanzando entre policías y soldados, el personal en el terreno estará menos dispuesto a acatar ordenes que no solamente violan las leyes del país, sino que además los están poniendo en riesgo. Esta semana una organización de trabajadores de la Policía subió un mensaje en las redes sociales consistente con dicha lectura. La nota expresaba su descontento por ser expuestos innecesariamente al virus. El gobierno está decidido a continuar con el proceso de transición a un modelo autoritario. Cada día esta intención queda más clara. Las advertencias de la comunidad internacional y la desatención de las autoridades dejan poco espacio para dudas. Los policías y soldados de a pie, por lo tanto, seguirán estando expuestos a un nivel elevado de riesgo debido a las ambiciones políticas.
Este es un momento crucial para la República. Ahora es cuando las diferencias entre valientes y cobardes serán más evidentes. Será fácil diferenciar a los que juran falsa lealtad al pueblo de los que están dispuestos a enfrentar lo que sea con tal de proteger a la República. Ningún salvadoreño honesto querrá recordar este momento desde el bando de los inescrupulosos, cobardes, miedosos y vendidos. Enfrentemos y cambiemos esta realidad con la convicción de que las próximas generaciones se lo merecen.

Criminólogo.