La salud mental y la familia salvadoreña

Así como nos preocupa un dolor abdominal, el aparecimiento de uno u otro síntoma, así debe alarmarnos la presencia de un trastorno mental, llámese tristeza, melancolía, falta de interés, tics, insomnio, dolores de cabeza, falta de concentración hasta llegar a ideas suicidas, pues entre más rápido se aborde el problema, los resultados serán mejores

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Doctor Ricardo Lara, especialista en salud pública y epidemiología. / Foto EDH Jorge Reyes

Por Ricardo Lara

2022-02-11 6:56:30

Hace unas décadas, hablar sobre enfermedades mentales o tan solo mencionar la palabra “Psiquiatra” era quizá un tabú, muy poco se escuchaba hablar sobre la importancia de la salud mental, de las enfermedades mentales, y se señalaba con toda la fuerza posible a alguna persona que adoleciera de alguna dolencia psiquiátrica.

Los tiempos han cambiado y ante situaciones agobiantes como la violencia que el país arrastra desde la guerra civil, los diferentes desastres naturales que han azotado al país, la inseguridad económica y social y para terminar recibimos un tiro de gracia con la pandemia por #COVID_19.

Todo lo anterior afecta la mente del más fuerte, no digamos a personas comunes, tal vez con más experiencia y con menos experiencia. Aceptar que se necesita ayuda profesional para ser atendidos de una enfermedad mental, como puede ser una depresión, trastornos esquizoides y tantas otras no es un signo de debilidad sino, al contrario, reconocer que, la ayuda es necesaria y que será en beneficio no solo del paciente atendido, de su familia y de la misma sociedad. Es difícil que seamos una sociedad sana mentalmente ante lo que vivimos, no puede una madre soportar la desaparición de su hija sin que esto no derrumbe su castillo de valores y prioridades. ¿Y quién se pregunta por la salud mental de los padres de los desaparecidos? La respuesta parece ser que a nadie le preocupa, cada quién debe salvar su pellejo, como se dice.

Debemos aceptar que nuestra sociedad está enferma. No es fácil lo que vivimos y básicamente nos hemos quedado atendiendo la parte física del individuo, relegando así la atención a la mente.Particularmente debo aceptar que el miedo a la pandemia, los horarios extenuantes, el uso de químicos, trajes diferentes, pensar en los contagios, saber que un colega o un compañero de trabajo, familiares y amigos han fallecido me ha afectado tremendamente, y ante esa inseguridad que el mundo vive actualmente, en que día a día cambian las reglas del juego no puede la mente ir a la deriva; debe buscarse ayuda profesional y espiritual, debemos buscarla y con la mayor brevedad posible.

Así como nos preocupa un dolor abdominal, el aparecimiento de uno u otro síntoma, así debe alarmarnos la presencia de un trastorno mental, llámese tristeza, melancolía, falta de interés, tics, insomnio, dolores de cabeza, falta de concentración hasta llegar a ideas suicidas, pues entre más rápido se aborde el problema, los resultados serán mejores y no debemos olvidar que, será un grupo familiar el que deberá cargar con el peso de tener un paciente con una patología psiquiátrica en el centro de ese hogar y las consecuencias serán sencillamente desastrosas.

Aun en el área rural hay un consumo altísimo de medicamentos para las diferentes patologías psiquiátricas y en el área urbana la medicación para el buen dormir ha sobrepasado el consumo de tantos fármacos, lo que demuestra que el cuido de la salud mental debe ser una prioridad y no depende en absoluto de un Estado sino de cada uno de nosotros. Tristemente, un padre bipolar o depresivo será el ejemplo de ese hogar, ese hombre apagado, a veces iracundo, irritado y poco tolerante será la luz o la oscuridad de ese hogar y no estamos lejos de tener a una sociedad totalmente sin rumbo.

Dejemos a un lado los tabúes, sencillamente aceptemos nuestra fragilidad humana y si presentamos algún trastorno emocional debemos buscar ayuda con la mayor brevedad. No es debilidad hacerlo, es amor propio y amor por nuestra familia. El hombre, desde su creación, es un ser holístico, no puede ser abordado en un plano únicamente físico sino, que es la mente la dueña de nuestras emociones, sueños y anhelos. Y ojalá la salud mental sea una prioridad para el gobierno, se le apueste a llegar hasta los lugares más recónditos para así tener un país donde su gente sea una población de bien, una comunidad sana que aporte paz a nuestra nación y no esa violencia que vivimos y que, como hijos de la guerra, a nadie pareció importar. Hoy es el momento, no mañana ni cuando a pandemia pase, pues para ello falta mucho mientras tanto cada cabeza es una olla de presión que puede estallar en cualquier momento.

Médico.