El disfraz verde

Los que practican el greenwashing tienen subsistencia limitada en el mercado, poco a poco se les hará imposible mantenerse a flote, el consumidor es más consiente y exigente con las empresas para que cumplan con las normas de calidad.

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Por Carlos Francisco Imendia

2021-11-28 3:44:44

Comprendamos algo: si una empresa logra entender y asimilar que necesita volverse sostenible y que la única ruta para ello es el respeto al medio ambiente mediante una administración y producción limpia, es lo más viable para subsistir en un mercado atento a las buenas practicas, para competir, ganar credibilidad y fidelidad en el consumidor.
Todas estas acciones tienen un gran costo, llevan a cabo un proceso de reconversión, pasar de lo arcaico a lo moderno, de lo obsoleto a lo innovador.

Es de reconocer que muchas empresas, organizaciones e instituciones, con mucho esfuerzo y dedicación han logrado cambiar la visión dentro de sus entornos laborales y convertirlos en auténticos ejemplos de entidades totalmente verdes y ecoamigables. Sin embargo el Greenwashing (Término en inglés que se denomina: lavado verde) está tratando de engañar al consumidor, poniéndose el disfraz verde, por medio de fachadas de eco –amabilidad con el planeta y la sociedad– y la verdad es que se niegan a cambiar, su visión es equivocada, siguen siendo organizaciones contaminantes, son insensibles y sin escrúpulos, prestas a la corrupción.

Estos diseminadores del greenwashing fueron convencidos por sus seudo estrategas del marketing de que con solo pintar de verde su imagen corporativa cambiaría la percepción del consumidor.

¿Cómo distinguir a los empresarios e instituciones consecuentes que han invertido para un cambio sostenible? En primer lugar se certifican, para poder entrar sin ningún obstáculo a nuevos mercados, principalmente al europeo y asiático. Invierten en eficiencia energética, implementan energías renovables, brindan tratamiento a sus aguas residuales, compensan el daño ambiental implementando sumideros de carbono en zonas de riesgo ambiental, transforman su entorno a nivel social, crean fuentes de empleo, ayudan a la comunidad, permiten que las nuevas generaciones se formen técnicamente y puedan desarrollarse integralmente; invierten en salud y estimulan el deporte en los jóvenes, son inclusivas, ayudan a las madres solteras, personas de la tercera edad, a las personas con discapacidad, etc.

Mientras que los que portan el disfraz verde no transforman su entorno, abusan y explotan a los trabajadores, no tienen escrúpulos para contaminar el agua potable, ni mucho menos sus emisiones de gases; no compensan, por el contrario, destruyen el medio ambiente, compran materias primas baratas nocivas para la salud, sus productos son de pésima calidad y defectuosos, sus empleados siempre están inconformes. Para lo único que invierten es para crear una fachada irreal de lo que son como empresa o institución, engañan que son pro medio ambiente.

Mientras que los empresarios consecuentes van por el rumbo correcto y se han adaptado a las nuevas tendencias frente a la cruda realidad del cambio climático.
Los que practican el greenwashing tienen subsistencia limitada en el mercado, poco a poco se les hará imposible mantenerse a flote, el consumidor es más consiente y exigente con las empresas para que cumplan con las normas de calidad.

Los emprendedores deben aprender a hacer las cosas correctas desde un inicio, si aspiran a lo grande, no cargar al planeta.

Publicista y ambientalista/Chmendia