Es tiempo de exigir que rindan cuentas

Dentro de poco, cuando miles trabajadores reclamen en la calle empleo, cuando la gente enfrente hambre, sobre nuestra conciencia estará la responsabilidad y por esas decisiones la historia nos condenará. No busquen victorias tácticas con pérdidas estratégicas.

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Francis Merino Monroy, titular de la Defensa Nacional, no logró explicar a los diputados quién dio la orden de militarizar el Palacio Legislativo el 9 de febrero pasado, durante su interpelación. Foto EDH / Archivo

Por Mauricio Ernesto Vargas

2020-09-17 7:24:53

Lo que hoy comparto se relaciona más con mi conciencia que con posición política alguna. Recuerdo un escrito al que a temprana edad tuve acceso: uno no siempre puede hacer lo que uno quiere, no siempre se puede, pero siempre se puede hacer lo que uno no quiere.
No podemos entonces avalar con nuestro silencio y condescendencia la actuación de Bukele. La ineficiencia, la inexperiencia y la incompetencia, y mucho menos tener un oportunismo adulador, teniendo frente así gravísimos errores. Lo que está en cuestión no son solo los controles constitucionales, es la institucionalidad democrática. Rendir cuenta no solo es normal, es obligatorio. No hay tiempo que perder.
No me causa ninguna alegría lo que vive nuestro país. Me duele profundamente y me hieren los falsos argumentos y los sofismas de estos señores para eludir sus responsabilidades, porque son solo distractores para confundir a la gente de buena fe. Estando en el poder no quieren ser controlados, no aceptan los pesos y contrapesos.
Poco a poco el populismo y la corrupción amalgaman poder y van desmantelando las instituciones, mediante reformas que cambian el espíritu de las leyes y reglamentos con el fin de no rendir cuenta en unos, restringir nuestros derechos en otros y pretendiendo reformar la Constitución, preparando la tierra prometida aduciendo cumplir la voluntad popular así descrita por ellos, atacando y descalificando interlocutores. Dicho bienestar no llegará nunca, pero sí es notable cómo hasta ahora está bien mejorado el nivel de vida de los que ejercen el gobierno y más notorio su círculo cercano. Esta pasividad e indiferencia nos convierte en súbditos, ya que solo los iluminados del gobierno tienen la razón; seremos esclavos del asistencialismo y paternalismo populista.
Este gobierno nos quiere mandar como papá y a nosotros vernos como niños irresponsables al igual que en la historia de los líderes autoritarios, que toman una parte de la población y la convierten en enemigo interno en contra del “verdadero pueblo” que le construye un altar. Usan sus redes, radio, televisión y nocheras pagadas con nuestros impuestos para insertar odio, el masivo adoctrinamiento contra los que cuestionamos su accionar.
Los colegas diputados que se posicionan a recomponer entuertos se convierten en operadores de iniciativas del gobierno, sin aceptar que el problema no es de redacción, no es de mover piezas en el tablero político ni de reparticiones. Es de constitucionalidad, es de respeto de leyes, códigos, reglamentos, es de legalidad, pero eso no lo acepta el actual gobierno, que se cree con el derecho divino de gastar en lo que le dé la gana sin tener que de darle cuentas a nadie en qué se usó y cómo se usó favoreciendo la arbitrariedad. El alegado combate a la corrupción queda afuera mal. Están gastando, despilfarrando y algunos haciéndolos desaparecer. Otros aceptan lo inaceptable, por temor a la crítica o ser señalado como malditos en las redes sociales y no enfrentar con argumentos una crisis creada por una ilegalidad y errada política populista. No se engañen pensando que con ello quedará satisfecho su apetito.
Señores miembros de ese pleno legislativo, la lealtad a principios y valores es el más sagrado bien del corazón humano. Recuerden siempre, somos diputados y cumplimos nuestro rol constitucional. No es pecado pedir rendición de cuentas y transparencia. Seamos responsables con nuestro ámbito y competencia. Equivoquémonos, pero ejerciendo nuestro rol constitucional y no siendo aliados de ocasión que al final también serán eliminados.
Todo invierno tiene su primavera, todo verano tiene su otoño, todo llega a su tiempo. No por dos pupusas se tiene el derecho a comerse el bote de curtido.
Dentro de poco, cuando miles trabajadores reclamen en la calle empleo, cuando la gente enfrente hambre, sobre nuestra conciencia estará la responsabilidad y por esas decisiones la historia nos condenará. No busquen victorias tácticas con pérdidas estratégicas.

General retirado y diputado de ARENA