Sin la adecuada actitud

Hay, por supuesto, motociclistas que han aprendido de la manera correcta, que están conscientes de los riesgos y que saben que la seguridad es lo más importante. Han llegado a dominar tanto su técnica como su actitud mental; no se ponen en peligro ni ponen en peligro a los demás. Hay una diferencia abismal entre este tipo de conductores y los que vemos haciendo malabares con sus máquinas en cada esquina.

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Por José María Sifontes

2021-09-03 4:29:14

Una visita o al menos un video de los servicios de Ortopedia y Traumatología de cualquiera de los diferentes centros hospitalarios del país debería ser parte de los requisitos para obtener una licencia para conducir motocicletas. Tal vez un baño de realidad ayudaría a que muchos motociclistas tuvieran más conciencia de los potenciales riesgos de conducirlas. Son largas filas de camas ocupadas en su mayoría por gente joven, de veinte a treinta años, con piernas elevadas con poleas, con clavos que salen a varios centímetros de la superficie de la piel, con placas de diversos tamaños. Los que pueden movilizarse se desplazan con muletas y es evidente la dificultad que esto implica. Los recientemente ingresados se observan callados y pensativos, los que tienen ya tiempo de estar hospitalizados se ve más animados y activos, mas todos saben que sus vidas no volverán a ser las mismas. Lisiados para siempre, con el solo consuelo de que al menos quedaron vivos. Las unidades de Neurocirugía podrían ser incluso más impactantes.
Los accidentes de tráfico en general, y los de motocicleta en particular, son de las primeras causas de muerte y discapacidad en personas jóvenes (en el mundo la número uno; en El Salvador sólo posiblemente superada por los asesinatos). En el caso de los accidentes en motocicleta todos los que circulamos en vehículos nos damos cuenta fácilmente por qué es así. En cualquier momento vemos que motociclistas nos rebasan por izquierda o derecha, pasan a escasos centímetros de distancia mientras hacemos fila en un semáforo, se colocan en primera línea, muchas veces en las marcas de cruce peatonal, para ser los primeros en arrancar con la luz verde. Vemos cascos de protección de mentira, sin abrochar o colocados arriba de la cabeza. Estos últimos son los que se ven eventualmente en los servicios de Neurocirugía que mencionamos.
La conducción de motocicletas requiere de muchas destrezas, más de las que son necesarias para conducir un automóvil. Además del balance y la coordinación que exige el piloto debe entender que entre él y el exterior no hay nada que lo proteja de un impacto; va como en caída libre. Una pequeña distracción, el más mínimo evento, puede propiciar un accidente. Pero se ven muchos motociclistas que parece que la experiencia los vuelve más imprudentes, les da una confianza peligrosa y una sensación de dominio sobre los elementos que los torna excesivamente audaces.
Hay, por supuesto, motociclistas que han aprendido de la manera correcta, que están conscientes de los riesgos y que saben que la seguridad es lo más importante. Han llegado a dominar tanto su técnica como su actitud mental; no se ponen en peligro ni ponen en peligro a los demás. Hay una diferencia abismal entre este tipo de conductores y los que vemos haciendo malabares con sus máquinas en cada esquina.
De acuerdo con datos de las autoridades de transporte en El Salvador circula un fuerte porcentaje de conductores de motocicletas que no tienen licencia. Entre otras cosas esto implica que ni su pericia ni su adecuada actitud mental han sido puestas a prueba. Son conductores autodidactas, o mejor dicho conductores improvisados. Sin haber pasado por un proceso adecuado de aprendizaje de todos los elementos necesarios para una conducción segura, salen a la calle sin más. Los resultados son claros, se ven en todas las vías de transporte, y en los hospitales.
Médico Psiquiatra.