EPAPER Puente de Baltimore | Precios de la gasolina | Eclipse parcial solar | Selecta

Insomnios

Por el tono de las cosas que se están difundiendo en redes sociales, por los movimientos y énfasis oficiales de los que informan los medios de comunicación social y por otros vientos que cualquiera puede sentir, pareciera que la campaña electoral en nuestro país ya dio inicio.

Por Jorge Alejandro Castrillo
Psicólogo

Mientras elaboraba el artículo “Voces” (que amablemente publicó este periódico el 11 marzo 2022) me di con que el español es un idioma muy rico en términos referentes a la voz: voz argentina, voz cantante, voz de mando, dar de voces, vox populi, torrente de voz, secreto a voces y decenas más. Eso me llevó a pensar si habría alguna palabra que se pueda aplicar a quienes usan de la voz para calumniar, denostar y denigrar sin mesura ni reserva en programas difundidos por radio, televisión o por redes sociales, como hace uno de los más rastreros políticos que ha conocido este país. Sin embargo, no encontré una equivalente a aquella recordada palabra “plumífero”, usada en tono despectivo para referirse a aquellas personas que, antaño y hogaño, se ocupan de escribir, de hacer uso de la pluma –mediante pagos más o menos jugosos- a favor del régimen de turno, lo que incluye insultar y ocuparse en denigrar falsamente a personas que critican las políticas o que, simplemente, no están de acuerdo con alguna medida de política pública.

Por el tono de las cosas que se están difundiendo en redes sociales, por los movimientos y énfasis oficiales de los que informan los medios de comunicación social y por otros vientos que cualquiera puede sentir, pareciera que la campaña electoral en nuestro país ya dio inicio. Movimientos en algunos ministerios y oficinas públicas han sido interpretados por observadores atentos de la realidad como denotando más interés en controlar operativamente esas estructuras diseminadas a lo largo y ancho del país que en mejorar el objetivo al que realmente deberían atender. De igual forma se comenta la necesidad de protagonismo de algunos diputados y diputadas, alcaldes y alcaldesas, funcionarios y … demás personas que algún poder político formal detentan o quisieran poder ostentar. Eso era de esperarse.

Como se comentó profusamente por aquellos días, muchas de las candidaturas a diputaciones y alcaldías que presentó el partido Nuevas Ideas fueron de personas que no gozaban de suficiente preparación académica ni de las luces que brinda la experiencia. “Simplemente se subieron al carro” escribió alguien. Pasado el tiempo que ha transcurrido desde entonces, y creyendo ya haber aprendido lo necesario, hemos visto como algunos de ellos han hecho lo posible por ser notados por la opinión pública (o por quienes ellos consideran que deben ser vistos para poder ascender en la escala de preferencias, que en algún lugar se debe llevar).

Entre algunos de ellos se ha conocido, incluso, competencia enconada, lo que ha llevado a decir a algunos que la unión partidaria no es tan sólida como quisieran los dirigentes de ese partido. “Si de apretar un botón se trata ¿qué puede hacer aquel diputado que yo no haga mejor?”, pensarán varios en funciones. Y otros que están alrededor de ellos también han de decir, “yo creía que para ser diputado se requería alguna formación especial, pero si solo se trata de aprobar proyectos que ya mandan elaborados, y si además, se tiene un jefe de orquesta que decide quién habla y quién no, yo quiero subirme a ese carro la próxima vez”.  “Si no tengo fondos para ejecutar proyecto alguno (que no sea de infraestructura para que lo ejecute la oficina centralizada, como se ha visto en los programas deportivos de San Marcos) ¿quién dice que yo no sea tan buena como aquella otra alcaldesa que goza de atención preferencial?” Yendo un poco más lejos: “si he podido desempeñar este cargo, ¿por qué no puedo aspirar a otro con mayor salario y prebendas?”, se preguntarán otros. Así, la competencia al interior del partido para escalar posiciones se empezará a sentir con más intensidad.

Las responsabilidades de conducción del Estado envejecen rápidamente a quienes desempeñan esas funciones. En gran parte porque los períodos de sueño se reducen en la misma proporción en que aumentan las responsabilidades. En países con una tradición democrática más larga que la nuestra, las rotaciones en puestos de responsabilidad suelen ser frecuentes, no solo porque la ley lo mande sino porque se mantiene la idea que el puesto no pertenece a nadie, que mantenerse en la posición depende del desempeño y que los errores en el puesto son pagados por quien lo ejerce para no menoscabar la imagen de quien lidera el gobierno.

El período presidencial también estará llegando a su fin dentro de dos años aproximadamente. Imagino que eso será motivo de insomnio para algunos a quienes se habrá encargado la búsqueda de quien pueda sucederlo. El orgullo que pudo exhibir de ser el primer presidente de izquierda de este país fue dilapidado por el propio ex presidente debido a sus conductas reñidas con la legalidad y por la lejanía que mostró, en la práctica, de los sueños y anhelos de los electores que lo llevaron al poder. La edad y popularidad de la que todavía goza pero que ya viene decreciendo, podrían convertir al actual en el primer presidente que se reeligiera legalmente en el puesto. Todo depende de saber elegir al sucesor adecuado para el período que viene. El ridículo que hizo frente a las cámaras de televisión quien se supone debería aconsejar legalmente a la oficina de la presidencia dejó en claro que no hay quien acepte la no pedida interpretación de la Corte Suprema de Justicia sobre la reelección. Al vicepresidente, ya se sabe, tampoco se le puede encargar esa tarea de conciencia cívica y apego a la legalidad. Saber deshacerse de la presidencia exige insomnios, pero querer aferrarse ilegalmente a ella causará más de los que podamos imaginar ahora.

 

Psicólogo/ psicastrillo@gmail.com

KEYWORDS

Balances Políticos Opinión Reelección

Patrocinado por Taboola

Inicio de sesión

Inicia sesión con tus redes sociales o ingresa tu correo electrónico.

Iniciar sesión

Hola,

Bienvenido a elsalvador.com, nos alegra que estés de nuevo vistándonos

Utilizamos cookies para asegurarte la mejor experiencia
Cookies y política de privacidad