Posteo, luego existo

?Un último riesgo de las redes es perder nuestra propia identidad por encajar en ellas. Tratamos de proyectar a lo mejor algo que realmente no somos, o solo una versión demasiado filtrada de nosotros. Esto nos hace presentarnos de una manera diferente en cada red social, y diluir nuestra persona en varias identidades.

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Foto EDH Jorge Reyes.

Por Juan José Fortín Magaña

2020-08-11 5:23:19

Sin duda uno de los cambios más significativos del siglo XX ha sido la apertura del internet como un medio de interacción social. Páginas como Facebook, Instagram o Youtube son literalmente ventanas por las que entendemos la realidad y nuestra identidad. Ellas no solo componen un espacio al que le dedicamos mucho tiempo de nuestros días, sino parte esencial de nosotros, dado que es una forma de querer sintetizar lo que somos, o al menos, de lo que queremos ser.

?Muchos hemos experimentado que incluso más que un DUI o cédula, nuestra identidad se ve reflejada en nuestro perfil de Facebook o Instagram. Se ha vuelto algo tan básico como universal. No es raro pensar que una persona que no está en redes sociales es algo parecido a un ermitaño que se va a la montaña y que se vuelve prácticamente invisible. Gradualmente, hemos pasado de ser espectadores de la creación de contenido a querer ser partícipes de él, democratizando las oportunidades de expresión social e incluso artístico. En este sentido, las redes son un medio propicio para que todas las personas puedan exponer su personalidad, sus triunfos y sus aspiraciones, impulsándolas a esforzarse en mostrar algo bueno de ellos a los demás. Será un espacio para que los artistas muestren sus creaciones, los pensadores sus reflexiones y los viajeros sus travesías.

?Sin embargo, las redes sociales no solo componen una nueva oportunidad para mostrar algo bueno de nosotros, sino que también pueden ser un elemento de estrés para nuestras vidas. Muchas personas se ven en la tentación de medir su valía a través de las redes sociales, sobre todo porque enmarcan por medio de likes y comentarios una medida de “éxito”. Es fácil caer en la frustración de compararnos a los demás; a como ellos “reflejan la perfección de sus estilos de vida” y como pueden pasárselo bien 24 horas al día y disfrutar del mayor reconocimiento social.

?Otro peligro es que las redes nos pueden hacer creer que las interacciones que se pueden recibir por medio de ellas son equivalentes as las físicas. Sin duda son un medio para acercarnos a las personas que están lejos, sin embargo, es fácil suplantar la interacción real, por una a veces más cómoda pero también más superficial. No es raro encontrarse con personas que se vuelven adictas a estas redes, y que relacionarse con ellas puede incluso ser complicado por su nivel de atención a su teléfono.

?Un último riesgo de las redes es perder nuestra propia identidad por encajar en ellas. Tratamos de proyectar a lo mejor algo que realmente no somos, o solo una versión demasiado filtrada de nosotros. Esto nos hace presentarnos de una manera diferente en cada red social, y diluir nuestra persona en varias identidades. No es raro que tengamos un lenguaje y una comunicación demasiado distinta en cada red, y tratemos de encajar nuestra personalidad a “la carta”. Esto compone un peligro dado que puede generar incoherencias interiores, y este es un elemento clave para la infelicidad. El psiquiatra español Enrique Rojas define esta práctica como un elemento para la generación de estrés. Es necesaria la coherencia de vida para poder encontrar la paz.

?Hemos llegado a este punto donde las redes sociales componen nuestro estatus quo y aprender a usarlas es nuestra mejor opción. Podemos hacer de ellas una gran ventana de nuestro interior al mundo, pero debemos ser prudentes y no dejarnos enviciar por ellas.

 

Lic. en Economía y Negocios, Master en Psicología y Comportamiento del Consumidor