OPINIÓN: Los traumas de la recuperación

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Manuel Hinds / Foto Por Archivo

Por Manuel Hinds

2021-04-08 4:44:37

El mes pasado el Congreso de Estados Unidos aprobó un paquete de ayuda de $1.9 millones de millones para los damnificados del COVID-19. Inmediatamente después, el Presidente Biden anunció que está preparando un programa de $3 mil millones para revitalizar la infraestructura de su país. Al mismo tiempo, el Fondo Monetario Internacional (FMI) está trabajando con la Secretaría del Tesoro de la administración Biden una emisión de Derechos Especiales de Giro, una moneda emitida por el mismo FMI, equivalente a un millón de millones de dólares, a ser desembolsados en dos años a todos sus miembros, en proporción a su participación en el capital de la institución.

Todo esto, añadido a recursos emitidos por la administración anterior de Estados Unidos y otros países desarrollados en 2020, conforma una inyección internacional de fondos sin precedente. El efecto esperado es un surgimiento sumamente fuerte de la demanda internacional en prácticamente todos los sectores de la economía.

Esto suena muy bien, lo que se necesita. Pero en economía, como en todo en la vida, demasiado de una cosa buena puede convertirse en malo. De hecho, ya se han empezado a sentir efectos preocupantes aun antes de que los nuevos fondos entren a la economía, debidos en gran parte a que la oferta está reaccionando mucho más lentamente que el aumento de la demanda.

Unos meses después quedó claro que el pesimismo había sido exagerado. Muchas empresas aprendieron muy rápidamente a funcionar eficientemente con su personal conectado por computadoras, y compensaron muy rápidamente también el efecto causado en su flujo de efectivo por la baja inicial de las ventas. Al final del año muchas empresas estaban siendo más rentables que al principio. Pero en gran parte el ajuste había sido logrado con medidas muy drásticas como el cierre de plantas de producción, incumplimiento de contratos de compras, embalaje de maquinarias. Volver a levantar la producción en esas condiciones es muy difícil y tarda mucho.

El problema principal se presentó en las materias primas y los materiales intermedios, llamados insumos, que son las cosas que las empresas usan para producir. Al recibir más pedidos, las productoras de productos finales aumentaron sus pedidos a los productores de intermedios, que habían cerrado sus plantas, o que habían cortado sus pedidos a los productores de materias primas. Con todos pidiendo al mismo tiempo, se generó una escasez de materiales intermedios y materias primas, que está resultando en un aumento muy significativo de los precios de estos.

De marzo de 2020 a febrero de 2021 los precios de los insumos pagados por las empresas industriales de Texas se multiplicaron por 9, y quedaron al doble de lo que habían estado en octubre de 2019. Los productos primarios (excluyendo combustibles) subieron 35% entre las mismas fechas. Más espectacularmente, la escasez de ciertos chips usados para producir computadoras que controlan el funcionamiento de vehículos ha sido tal que algunas empresas de carros han parado sus líneas de producción por falta de ellas. Al mismo tiempo, el efectivo sobrante ha encontrado su camino a los mercados de acciones, que están estableciendo récords en términos de precios con creciente frecuencia.

Como la producción agrícola no se puede aumentar rápidamente (hay que esperar el ciclo entero de las cosechas para que aumente), es casi seguro que viene otro aumento drástico de sus precios, incluyendo la harina de trigo y otros productos que forman parte de la demanda básica de la población. El inevitable aumento de los precios de los productos de la canasta básica se va a traducir en graves problemas políticos y acusaciones de que los precios aumentan por la codicia de las empresas y no por la excesiva demanda generada por las inyecciones de efectivo.

Y todo esto ha comenzado a pasar antes de que entren a circulación los millones de millones que están ya en línea.

Cuando estos entren, las presiones en los mercados intermedios van a ser todavía mayores y los precios muy probablemente subirán mucho más, dando un boom a los que los producen y problemas a los que, como El Salvador, tiene que comprarlos para comer y producir industrialmente. La inflación va a subir en el mundo. Más ominosamente, una inflación rápida en estos mercados primarios y de acciones pueden llevar a una burbuja que a su vez cause una crisis. Ojalá que no.

Máster en Economía

Northwestern University