Un año en pandemia

Los síntomas de COVID-19 pueden confundirse con otras enfermedades propias de los infantes, pero se convierten en contagiadores del virus. Esto es especialmente preocupante cuando El Salvador cuenta con una planta docente compuesta por muchas personas mayores, a las cuales debe garantizárseles un retorno a sus labores de manera segura. Tanto la situación de los niños y jóvenes, como la del sistema educativo son preocupantes, por lo que debe otorgársele una respuesta inmediata a las inquietudes de todos.

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Pobladores de Comitancillo, municipio de San Marcos, Guatemala, rumbo al cementerio al sepultar a uno de los migrantes muertos en México. Foto/ EFE

Por Erika Saldaña

2021-03-14 4:15:30

El 11 de marzo se cumplió un año desde que la Organización Mundial de la Salud elevó al nivel de pandemia la enfermedad causada por el virus COVID-19. Ha sido un año difícil para el mundo entero, donde se han tenido que superar la improvisación de los sistemas de salud, los cuales no estaban listos para una crisis como ésta; además todos los países deben enfrentar los problemas económicos y sociales consecuencia de la pandemia, cuyas secuelas apenas comenzamos a vivir.
Un año después, nos encontramos inmersos en una especie de normalidad forzada, donde la necesidad de convivencia entre las personas nos ha hecho perder el miedo y adoptar las medidas de bioseguridad necesarias para interactuar en espacios seguros. En el camino de volver a la normalidad o de adaptarnos al nuevo mundo en pandemia, una de las cuestiones que más ha preocupado a las familias y los gobiernos en los últimos meses es el regreso a clases de los niños y jóvenes.
Hay muchos padres de familia preocupados por el estancamiento académico generado por el paro presencial del sistema educativo público y privado; esto ha generado deficiencia en el desarrollo educativo de miles de jóvenes y niños, de los cuales la mayoría no han tenido acceso a las clases en línea (por falta de equipo o conexión) y otros tantos han caminado aún con las deficiencias de una modalidad que no había sido probada. Otro tema que preocupa, y que ha sido abordado muy poco, es la salud mental de todos estos niños que, en plena época de desarrollo, se han visto imposibilitados a retomar su vida normal. Todas estas inquietudes son válidas y deben ser abordadas de manera integral si no queremos tener secuelas sociales en un futuro próximo.
Pero, por otra parte, también hay una preocupación latente por la capacidad del sistema educativo para reiniciar labores en medio de una pandemia. Esto es algo que debe evaluarse como mucha seriedad, pues no solo está en riesgo el aprendizaje de toda una generación, sino también la salud de muchas personas que actualmente laboran en los colegios y escuelas. Es necesario que las autoridades de educación y salud evalúen la necesidad de vacunar a las personas que trabajarán con los niños y jóvenes, así como de garantizar la sostenibilidad de las medidas de bioseguridad al interior de los recintos educativos.
Un reciente estudio retomado por “The Harvard Gazette”, señala que los niños tienen una carga viral muy alta, en especial en los dos primeros días de infección. De acuerdo a dicho estudio, los síntomas de COVID-19 pueden confundirse con otras enfermedades propias de los infantes, pero se convierten en contagiadores del virus. Esto es especialmente preocupante cuando El Salvador cuenta con una planta docente compuesta por muchas personas mayores, a las cuales debe garantizárseles un retorno a sus labores de manera segura. Tanto la situación de los niños y jóvenes, como la del sistema educativo son preocupantes, por lo que debe otorgársele una respuesta inmediata a las inquietudes de todos.
Que no se nos olvide que la pandemia continúa, y aunque tarde o temprano se inicien esfuerzos por vacunar a toda la población salvadoreña y los números en la enfermedad vayan cayendo, la normalidad que conocíamos antes de marzo de 2020 está muy lejos regresar. Incluso es momento de evaluar las acciones y costumbres sanitarias a las que no deberíamos volver nunca más para evitar otra tragedia como la vivida por el virus del Covid-19. Hay que seguirnos cuidando entre todos siguiendo tres sencillas reglas: uso de mascarilla en todo momento, distanciamiento social y lavado constante de manos.

Abogada constitucionalista.