La hora de volver

Se comienza a vislumbrar la salida de este atolladero global en el aspecto sanitario y laboral. Afortunadamente, también en lo que concierne al ámbito cultural

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Iker Casillas y Sara Carbonero, durante la entrevista en la que el primero sorprendió con un beso a la periodista con quien luego se casaría. Foto captura de imagen.

Por Gina Montaner

2021-03-12 4:22:34

El tono del discurso fue esperanzador y a la vez prudente. Así fue cómo el presidente Joe Biden anunció a la nación un año después del estallido de la pandemia que la situación mejora a buen ritmo, sobre todo si se agiliza el proceso de vacunación y se observan las medidas de mitigación.
Es evidente que se comienza a vislumbrar la salida de este atolladero global en el aspecto sanitario y laboral. Afortunadamente, también en lo que concierne al ámbito cultural todo apunta a que podemos reanudar planes que se paralizaron de la noche a la mañana. Toda una industria se vio afectada gravemente, con gremios que se han visto crónicamente desempleados durante un año.
Se ha hablado mucho del daño que la crisis ha causado en restaurantes, bares, discotecas y otros establecimientos de ocio, pero si algo se ha visto herido casi de muerte han sido los sectores del cine, del teatro, del baile y de los museos, con todo el ejército de trabajadores que hasta la llegada del coronavirus vivían de los empleos que genera el mundo del espectáculo y la cultura.
Por eso, coincidiendo con el mensaje cautelosamente optimista de Biden y los propios pasos que se están tomando en otras partes del mundo para acabar de contener la epidemia, cayó como agua de mayo la noticia de que los teatros en Broadway podrían operar con capacidad limitada a partir del otoño. Asimismo, ya hay cadenas de cine cuyas salas han abierto y tímidamente los cinéfilos recuperan el placer de ver películas en la gran pantalla.
Si en Estados Unidos los teatros, cines y museos todavía exploran cómo recuperarse de la debacle, en Europa desde hace un tiempo los amantes del teatro, el séptimo arte y la ópera, por ejemplo, ya han regresado a butacas estratégicamente separadas y disfrutan de las funciones que durante meses fueron suspendidas. Se trata de una buena nueva para tantos artistas y equipos técnicos que incluso en tiempos mejores han tenido que buscarse la vida en industrias que son casi siempre el eslabón más precario de la economía.
En la última edición de la gala de los Goya en España, que premia al cine español, se reivindicó la importancia de la cultura precisamente en momentos como esta pandemia que todavía azota al mundo. Porque si algo ha representado un alivio y aire fresco en los meses de confinamiento, ha sido la oferta en las diversas plataformas de series, películas, teatro, exposiciones y hasta presentaciones virtuales de libros. Han sido auténticas ventanas al mundo que nos han permitido escapar del encierro físico, además de la socorrida compañía de los buenos libros.
Durante un buen tiempo, al menos hasta que se obtenga la anhelada inmunidad de grupo por medio de la vacunación masiva, muchos eventos culturales seguirán produciéndose de manera virtual a través del streaming, pero no son comparables a la experiencia colectiva del teatro, los cines y museos llenos de un público ávido de compartir el entusiasmo por el estreno de musicales, filmes y exposiciones que despiertan una ola de emociones contagiosas. Desde tiempos inmemoriales forma parte de la vida en conjunto entre seres esencialmente gregarios.
Pensemos en las luminarias de Broadway, apagadas desde el 13 de marzo de 2020. En la Gran Vía en Madrid, con las grandes marquesinas de cines y teatros que permanecieron cerradas a cal y canto. En La Mona Lisa y su sonrisa cada vez más marchita en un Louvre desierto. Poco a poco la cultura se despierta de este letargo forzoso para regalarnos nuevamente los espectáculos en vivo y en directo, siguiendo el lema del recordado coreógrafo y director de cine Bob Fossey: It’s showtime. Es la hora de volver. [©FIRMAS PRESS]

Periodista/*Twitter: ginamontaner