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Maldito o bendito móvil…

Aunque no esté aún en el famoso Manual de Psiquiatría DMS-VI, no dudo que pronto aparezca la adicción al teléfono móvil, con repercusiones o alteraciones críticas en la interacción social de los niños y niñas.

Por Óscar Picardo Joao

Ya hemos escrito sobre este tema, pero insistimos que es un tema demasiado importante para el desarrollo de la niñez como para dejarlo al azar o no hacer o decir nada; y los padres, madres y docentes deben reflexionar, dosificar y pensar sobre el uso del teléfono móvil; existen importantes razones neurocientíficas en el desarrollo de la plasticidad cerebral…


Es increíble las cantidad de ventajas y de desventajas que tiene el teléfono móvil…; parece que ya tenemos 11.6 millones de equipos para 6.3 millones de habitantes, casi 2 teléfonos por persona.


El teléfono móvil es una herramienta “cuasihumana” de proyección personal y comunicación, una especie de “meta lenguaje” de la transformación digital que vivimos; en la actualidad registra lo bueno, lo malo y lo feo de nuestra sociedad; todos estamos consignando hechos y sucesos (loables y lamentables), y compartiéndolos en las redes sociales. Con su geolocalización almacena cada paso que damos, es una bitácora de nuestro quehacer, y además en un importante recurso de investigación criminal o espionaje…


Los móviles o celulares cada vez integran más aplicaciones y herramientas, y son nodos expansivos de conexión para el uso de internet. A través de los teléfonos pagamos servicios y recibimos dinero, tomamos fotos, hablamos, grabamos audios y videos, contamos con geolocalización, monitoreamos el clima, movilizamos documentos e interactuamos en las redes sociales, y muchas cosas más.


Cuatro situaciones o fenómenos nos deben hacer reflexionar sobre los grandes beneficios de la telefonía móvil y su lado oscuro o negativo:


• Aísla a las familias desde la perspectiva de la socialización y a la vez une a familiares o amigos a la distancia.
• Es el mayor causante de accidentes de tránsito como distractor y posibilita pedir auxilio en situaciones de emergencias.
• Entretiene a los niños (as) y antagoniza el déficit atencional y ocasiona obsesión y otras patologías.
• Rompe los ciclos de procedimientos a nivel laboral, generando interrupciones y pérdida de secuencia en procesos (p.e. armado y desarmado).


Es muy común ver escenas familiares o grupales, en dónde el conjunto de personas en una misma mesa están todos observando de manera hipnótica la pantalla de su móvil; unos en Facebook, otros en Twitter, YouTube, WhatsApp, Tinder, Instagram o con un videojuego. De hecho, en la jerga tecnológica también aparece el fenómeno del “Phubbing”: ignorar a una persona por prestar atención al teléfono móvil -es una combinación de las palabras phone (teléfono) y snubbing (despreciar)-.


El teléfono móvil es como un nuevo amigo o compañero imaginario; y creo, sin temor a equivocarme que cuando no tenemos el aparato en nuestras manos sentimos incompletos. La “nomofobia” representa el miedo irracional a estar sin teléfono móvil. El término fue acuñado en 2009 en Reino Unido y proviene del anglicismo “nomophobia” (“no-mobile-phone-phobia”).


La opinión de los docentes es dividida, para una minoría el teléfono móvil puede ser un recurso didáctico a incorporar en las actividades; para la mayoría es un potente distractor; al fin y al cabo el docente compite en desventaja marcada con una considerable cantidad de recursos multimedia…


¿Dónde hemos visto los mayores problemas en el mal uso del celular?: sexto a noveno grado -once a quince años-; obviamente por razones de seguridad y comunicaciones muchos padres y madres se los entregan antes, pero si lo hacen deben contar mecanismos de control y seguridad o al menos definir tiempos para su uso y evitar -en edad infantil- que pernocten con los aparatos en su habitación.

Pero lo más preocupante es el uso del móvil como un psicotrópico infantil…; niños (as) muy pequeños ya tienen su móvil y sus padres o madres lo utilizan como un tranquilizante; le dan el aparato al infante e inmediatamente se conecta con sus colores y movimientos dinámicos digitales y deja de “molestar”.


Aunque no esté aún en el famoso Manual de Psiquiatría DMS-VI, no dudo que pronto aparezca la adicción al teléfono móvil, con repercusiones o alteraciones críticas en la interacción social de los niños y niñas.


En un blog de psicólogos se define: “La adicción al móvil es una dependencia excesiva y poco saludable a los smartphone o teléfonos móviles en sentido general. La persona encuentra placer en un comportamiento repetitivo vinculado al móvil, ya sea revisando constantemente las redes sociales, enviando mensajes, realizando llamadas o jugando”. Y luego agregan el nombre a parte del problema: Nomofobia: Miedo irracional a no tener el móvil o a estar incomunicado a Internet..


Los síntomas de esta adicción son: Conducta irreprimible e incontrolable vinculada con el uso del teléfono móvil; Uso exagerado del móvil; Actitud hipervigilante; Aumento de la tolerancia al uso del aparato; Sensación de frustración, nerviosismo y rabia cuando no se tiene acceso al móvil; Miedo a estar sin teléfono o a que se quede sin carga, lo cual suele generar una gran angustia.


En una edad lúdica importantísima, en dónde el juego, el juguete, el dibujo y la imitación son fundamentales en la plasticidad cerebral, estamos erradicando todas estas experiencias por un artefacto que estimula más y que genera una conexión profunda que aísla al niño (a) de su medio. Esto es crítico!!!

Tanto desde el punto de vista epistemológico como neurocientífico, los niños (as) en la etapa pre-escolar necesitan desarrollar diversas habilidades y capacidades motrices y cognoscitivas; gatear, jugar con arena, pintar, dibujar, imitar, manipular, enhebrar, estrujar, son entre otras actividades fundamentales para el futuro.


A nivel de preadolescencia, parece que el móvil es parte de la fisiología humana; los chicos (as) no pueden vivir sin móvil y sin conexión; todo gira en torno al teléfono, sus relaciones, amistades y comunicaciones están mediadas por la tecnología; hasta la misma sexualidad está afectada por el sexting, el grooming y el auge pornográfico.


Aparecen también las identidades digitales falsas, el bullying digital y un sinfín de riesgos que generan confusión y preocupación en los padres y madres… pero ¿quién le compró el teléfono al niño (a)?


Obviamente estamos en una etapa de transformación digital, pautada por la inteligencia artificial, el blockchain y diversas tecnologías de la información y las comunicaciones; pero esto no es excusa para privar a los niños (as) de su desarrollo humano normal.

No hay vuelta atrás, no podemos revertir el uso del teléfono móvil, y cada vez habrá más usos y aplicaciones, lo que sí debemos planificar mejor es la educación y decidir cuándo es el momento oportuno y progresivo de entregarlo y utilizarlo. ¿La edad ideal…? 15 años.


El móvil es como un arma de dos filos, bendita y maldita, importante herramienta de comunicación o instrumento de perversión, casi imprescindible, fundamental en el escenario de la transformación digital; pero lo cierto es que debemos insistir en educar sobre su uso.

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@asu.edu

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Opinión Psicología

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