La red de corrupción multicolor

La red no solo incluye a gente cian, también cuenta con la participación de personas que califican como los mismos de siempre. Todo fue un engaño.

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Las melenas plateadas siguen en tendencia. Foto EDH / Shutterstock

Por Carlos Ponce

2020-06-30 8:50:26

Bastó tan solo alrededor de un año para que gente hipnotizada por el llamativo color cian empezara a desconfiar del actual gobierno. El encanto les duró poco. Sus altas expectativas fueron arrolladas por las picardías y abusos de los funcionarios, muchos burdos y poco inteligentes, algunos torpes.
El terrible papel desempeñado por el gobierno para contener la propagación del nuevo coronavirus, sin duda, jugó un papel importante. Subió las expectativas aún más y, por lo tanto, agravó los desatinos y arbitrariedades. Así se magnificó y diseminó el desencanto. Antes, sin embargo, ya se habían dado hechos igual de torpes. Por ejemplo, el manejo irresponsable e inepto que la exministra de Salud y el presidente de ANDA hicieron de la contaminación del agua. También se dio ese bizarro y bochornoso intento para tomarse la Asamblea Legislativa, protagonizado por el presidente al frente de un contingente de policías y soldados bien armados.
Fue por allí que personajes de peso internacional, como José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch en Estados Unidos, y Mari Carmen Aponte, exembajadora de Estados Unidos en El Salvador, empezaron a expresar públicamente, en diversos espacios de opinión, su desaprobación de la gestión del actual gobierno. Así que el camino ya estaba marcado. La pandemia solo le metió el pie al acelerador. La improvisación, nula transparencia, falta de empatía y autoritarismo con que se atendió la crisis sanitaria terminó de halar el telón.
El pésimo desempeño gubernamental, indiscutiblemente, tiene a su base múltiples factores. Algunos analistas atribuyen parte importante de los desaciertos a la poca pericia y fuerte influencia de los consultores venezolanos que presuntamente asesoran al gobierno. La falta de un equipo técnico calificado también ha conllevado un enorme costo. Contratar a familiares, amigos y conocidos en lugar de a profesionales competentes, con la trayectoria y preparación necesaria para desempeñarse en puestos clave, sin duda, ha pasado su factura. Las reuniones para planificar el abordaje de la crisis han de ser deprimentes y preocupantes. Las miradas perdidas y las opiniones disparadas han de ser comunes, suficiente para poner los pelos de punta. Ese vacío lo han aprovechado muy bien los gurús del marketing y los estrategas de propaganda. Sin una opinión técnica sólida, la fabricación de discursos vacíos y populistas monopoliza.
Los recientes casos de supuesta corrupción revelan uno de los principales ingredientes que probablemente le da la sazón a esta medicina amarga y venenosa, dosificada tan disciplinada y generosamente por el actual gobierno. Identificar la procedencia de las personas involucradas en la red es clave para dimensionar el peligro que representa. El presidente ganó por su discurso contra los mismos de siempre, pero la telaraña dibujada por los casos sugiere que esa postura solo era para el show. Todo era una actuación digna de un Oscar. La red no solo incluye a gente cian, también cuenta con la participación de personas que califican como los mismos de siempre. Todo fue un engaño.
La nueva élite política es una extraña combinación de los mismos de siempre y los que supuestamente traían ideas nuevas. Esta coincidencia de personajes e intereses lógicamente produjo el manejo tan burdo, autoritario, oportunista, poco transparente y mezquino de la crisis sanitaria.
Hace algunas semanas publiqué en mi cuenta de Twitter que a estos funcionarios no les confiaría ni hervir el agua para el café. Después de la codicia, ineptitud y sed de poder que han demostrado en estas últimas semanas, en medio de la pandemia, no veo cómo alguien puede confiarles su futuro o el de su familia. Las exigencias ciudadanas deben incrementar. El escepticismo debe ser la regla general. Los aplausos y adulaciones ahora serán de uso exclusivo de las personas que persiguen un interés particular y no el bien del país.

Criminólogo.