No son causadas por un virus y como tal sería éste el invisible; son aquellas enfermedades de las que poco se oye hablar, no forman parte de las diez más comunes en el país. Son invisibles para muchos, no así para la familia del miembro que la padece.
Hablamos de esas enfermedades que en silencio afectan a un porcentaje de la población y que de pronto las tienes de cerca y que en la mayoría de casos lo que sorprende es el espíritu indomable de quien la padece y su familia; podemos mencionar la miastenia gravis, la esclerosis múltiple, distrofias y otras enfermedades degenerativas. Quizá la mayoría desconoce de estas enfermedades que día a día afectan a personas en todas las áreas de su vida, pero hablar como tal o describirlas sería una pérdida de tiempo, ya que lo que merece cada línea de este artículo es el valor, el estoicismo, la lucha, el honor y la dignidad de la persona y la familia que convive con ella, que luchan para salir adelante, seguir siendo personas productivas para la sociedad y siempre el pilar de su familia.
El mundo y el país están lleno de estas personas que luchan día a día para superar con creces las trabas y dificultades que se le presentan; no es fácil que de un día para otro una persona sea diagnosticada con una afección de la cual apenas se conoce; no es una prueba donde Dios escoge a hombres y mujeres decididos a luchar por no ser vencidos por un padecimiento pero la mayoría nos enseña cómo vivir; con su temple demuestran cómo vivir y convivir un ejemplo de dignidad y valentía para su familia y amigos.
Estas enfermedades silenciosas atacan sin previo aviso. Lograr hacer un diagnóstico de las mismas no es tarea fácil para nadie y, como tal, no lo es para la persona recibir la noticia que se adolece de una enfermedad que afecta a un bajo porcentaje de la población; lo que vale la pena recalcar es la persona y su grupo familiar quienes luchan contra estas enfermedades y día a día demuestran que su actitud para enfrentar la enfermedad supera con creces y demuestra el tono humano con el que se conlleva, la empatía, el deseo de vivir, la fuerza de luchar contra lo desconocido es algo que supera la admiración.
Casi siempre la persona es victimizada como que si adolecer de alguna enfermedad fuera un estigma social. Antes de enero 2020 ¿ nos imaginamos como la vida nos cambiaría a todos con la llegada del #COVID_19 ?
Muchos murieron , en lo personal la pandemia nos debió enseñar y sigue enseñando en vivir un día a la vez; lo mismo sucede con las enfermedades invisibles, pero la diferencia estriba en aceptar la condición que se es portador de una enfermedad muy desconocida para la mayoría de la población pero son esas personas, las que nos enseñan cómo sobrellevar y lo más importante a vivir el día a día y lo que desconocemos lo llegamos a conocer de un día para otro cuando una persona que adolece demuestra como trata y como debe ser tratado con total naturalidad. Lo menos que podemos hacer es que estas enfermedades invisibles sean visibles para que se les brinde el apoyo necesario a los pacientes. Existen fundaciones de todo y para todo pero no hay mucho para las enfermedades invisibles.
La vida es dura, cada persona vive una realidad diferente y que al final del día hacen de una adversidad una oportunidad, un motivo de ejemplo, de victoria, de grandeza. Hombres y mujeres que, son ejemplos de vida para una sociedad que apenas conoce de estas realidades que existen en muchos hogares salvadoreños.
Vaya para ellos toda mi admiración pero sobre todo para que este articulo sirva de dos cosas una como reflexión y dos volver visible lo que para muchos es invisible y que es necesario que el estado de ese apoyo tan necesario como cualquiera de las enfermedades que merecen ser visibilizadas y atendidas.
Médico.