¿Por qué parece que Dios nos abandona?

Fe, esperanza y caridad están unidas. La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni si quiera ante el fracaso aparente, y con la humildad que reconoce el misterio de Dios y se fía de él, incluso en la oscuridad.

descripción de la imagen
Foto: COES

Por Salvador Gómez

2019-07-26 7:10:40

A menudo se nos da a conocer el motivo por el que Dios frena su brazo en vez de intervenir. Por otra parte, Él tampoco nos impide gritar, como Jesús en la cruz: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”. Nuestra protesta no quiere desafiar a Dios, sin insinuar en Él algún error, debilidad o indiferencia.

Para el creyente no es posible pensar que Él sea impotente, o bien que “tal vez este dormido” (1 R 18. 27).
Es cierto, más bien, que incluso nuestro grito es como en la boca de Jesús en la cruz, el modo extremo y más profundo de afirmar nuestra fe en Su poder soberano. En efecto, los cristianos siguen creyendo, a pesar de todas las incomprensiones y confesiones del mundo que les rodea en “la bondad de Dios y su amor al hombre” (Tt 3,4).

Aunque estén inmersos como los demás hombres en las dramáticas y complejas vicisitudes de la historia, permanecen firmes en la certeza de que Dios es Padre y nos ama, aunque su silencio siga siendo incomprensible para nosotros. (Deus caritas est #38).

Jesús asume en la cruz el dolor que tú estás sintiendo y hace la pregunta que posiblemente estés haciendo: ¿Por qué, Dios mío, por qué?

Las respuestas pueden ser muchas, pero ninguna te quitará el sufrimiento. A un niño que llora la muerte de su madre no le podemos decir: “Dios se llevó a tu mamita porque era muy buena y la quería tener en el cielo”.
El niño podría responder: “¿Por qué, si Dios tiene tantos ángeles buenos en el cielo, se llevó al único ángel que yo tenía en la tierra?”.

Lo único que podremos válidamente decirle: “Tú mamita murió por que la muerte es parte del ciclo de la vida. Ella te quería mucho y te seguirá queriendo. También nosotros te queremos mucho y estaremos o tu lado para ayudarte a realizar los sueños que tu mamita soñó para ti”.

Nuestros seres queridos mueren al igual que nosotros moriremos, porque morir es parte de la vida. Demos gracias o Dios por los buenos momentos que pasamos al lado de ellos y perdonemos o pidamos perdón por los momentos difíciles que ya posaron.

La mejor manera de honrar o nuestros seres amados es vivir de la manera que ellos desearían vernos, realizando y alcanzando las metas que ellos nos hubieran ayudado a alcanzar.

Si no encuentras una respuesta a tu pregunta: ¿Por qué? Cambia la pregunta y di: ¿Para qué estoy vivo? Preguntar “¿por qué?” nos deja anclados en el pasado; en cambio, preguntar “¿Para qué?” nos ayuda o proyectarnos a futuro.
Todo lo que nos acontece a los que confiamos en Dios, por muy malo que parezca, es sólo una parte del plan que Él tiene para nuestras vidas.

Fe, esperanza y caridad están unidas. La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni si quiera ante el fracaso aparente, y con la humildad que reconoce el misterio de Dios y se fía de él, incluso en la oscuridad.

La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a Su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá. (Deus Caritas #39).

Predicador católico.

Salvadorgomezoficial@gmail.com