Rostros de piedra que callan y desaparecen

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Una ciudadana llega para una consulta médica a una clínica de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF) instalada en la comunidad 1 de Diciembre, en Soyapango, el 30 de julio de 2020. Foto: AFP

Por Carlos Balaguer

2021-06-30 5:56:29

Ellos callan sin decir; mienten y desaparecen. No sabes si al final su rostro, su adiós y su mentira eran verdad o tan sólo un silencio que dejara la vida. Su faz hecha de piedra queda yerta y callada. Nunca ayer pudieron irse, quedarse ni esperar el próximo viaje. Ni el odio ni el amor -ni el sol de un despertar- iluminó su mirada, ni hizo estremecer su espíritu de cal y de silencios. Finalmente añoraron algún tren tempranero que se fuera quizá sin ellos. Como a todo viajante sin mañana un soplo fantasmal les hizo olvidar el silencio de amar. Queriendo ir más veloces que el tren y que la vida, la vida en su final les dejó atrás. O quizá fueron ellos que la dejaron atrás. ¡Rostros esos de piedra que te miran! Con mueca de basalto se quedan detenidos, mirando en su imposible eternidad de piedra. Viajeros sin boleto, bitácora ni anhelos. Muchos de ellos pasaron por allá: los magos de ilusión que escaparon de pronto en su acto de magia; artistas prodigiosos sin circo ni escenario; amantes ilegales sin tiempo ni promesas; soldados sin medallas, sin gloria ni laureles; cantores de la escena sin voz ni sinfonía. Asesinos todos de sombras y celajes. ¡Tan breve primavera de su viaje sin fin! Al fin dicen su nombre, se duermen y se borran. Mas nadie queda ya que les espere, les niegue o les extrañe. Yacentes siempre allí: eternos, detenidos, en la memoria gris del tiempo y de la piedra. Acaso sin saber si habrían vivido o si vivieron la vida sin saberlo. (XIII) (“Leyenda del Hombre y la Locomotora” C. Balaguer)