Plan Control Territorial: veremos si la situación es diferente

Las evaluaciones, avisos y opiniones, siempre son clave para las correcciones del rumbo. En la investigación como ciencia se nos dice que lo que no se puede medir, no se puede corregir.

descripción de la imagen
Rodolfo Zelaya en las canchas de la Fesfut, Colonia Escalón. / Foto EDH cortesía Fesfut

Por Mauricio Ernesto Vargas

2019-09-06 6:27:59

Lo que he narrado sobre la inseguridad en las anteriores entregas es cómo los salvadoreños en los últimos 30 años hemos hecho muchas cosas, menos estrategias operativas y programáticas.

El Gobierno ha ubicado desde su inicio el tema de la lucha contra el crimen como su prioridad. El Plan de Control Territorial es muestra clarísima de ello.

La respuesta inmediata al mayor reclamo popular de la inseguridad ha sido una serie de medidas que aceleren la lucha contra la criminalidad en su flanco más débil: los territorios. Es ahí en los territorios y en los conglomerados humanos que se dan las extorsiones, la violencia, los muertos. La disminución de los homicidios es un hecho. Esperamos no volver a vivir aquellos meses de sangre del 2015, lo que nos demuestra que no era que se requería de grandes pensadas sino de acciones claras y decididas. Si han bajado las muertes violentas y se convierte en una tendencia, habremos logrado una variación a lo hecho hasta este día.

Hay que reconocer que los homicidios no son el todo de la violencia, pero esto tiene su significado. Tampoco dejar de considerar que la criminalidad tiene su estrategia: el adversario sabe jugar, replegarse, cero enfrentamientos, cero ataques a autoridades y cero homicidios. Ni dejar de cuestionar que solo 16 municipios están intervenidos y la reducción es a nivel nacional. Podríamos buscar los motivos de la baja fuera del plan, no como argumentos para desvalorar resultados; eso sería ignorancia o perversidad.

Se necesita, más que acciones o iniciativas, una agenda de trabajo articulada dentro de un plan integral, incremental, gradual y continuo, diseñado con metas claras, procedimientos, así como sanear la institucionalidad. Un Estado se basa en sus instituciones sólidas y confiables. De no hacerlo, contribuimos a que la violencia se depure y se haga más efectiva. Es como atacar los microbios, para que no se vuelvan inmunes a los antibióticos que los combaten.

La participación de la Fuerza Armada dentro de la estrategia de control territorial es indispensable. Eso sí, bien administrada. Sus tareas se han vuelto excepcionales. Venimos de estar, en el tema, en una inercia institucional no sé si por perversidad o ingenuidad. Geopolíticamente es un elemento constitutivo del Estado, defensa de la soberanía, y ese criterio es base para emplearla. Hay desintegración, hay que cumplir los objetivos. No podemos seguir perdiendo el tiempo y valiosos recursos.

La Asamblea Legislativa debe estudiar las propuestas del Ejecutivo, fijar parámetros y evaluar resultados. Los fondos con controles efectivos, vigilando, evitando desvíos y fracasos, no hacerlo es caer en despilfarro y dar palos de ciegos. Los problemas que enfrentamos, en los casos de corrupción, se debieron a que no se cumplió con la función contralora.

Las evaluaciones, avisos y opiniones, siempre son clave para las correcciones del rumbo. En la investigación como ciencia se nos dice que lo que no se puede medir, no se puede corregir.

Desde el 1 de junio existe una correlación de fuerzas entre el Ejecutivo y el Legislativo. Ni el Ejecutivo invalida al Legislativo, ni el Legislativo al Ejecutivo. Es el sistema de pesos y contrapesos.

El populismo se nutre de ilusiones y de las promesas que otros no cumplieron. Que diputados o políticos de turno, de forma temerosa o sumisa digan “vamos a apoyar al gobierno en iniciativas que beneficien a la población” despierta emociones, pero es estúpido decirlo. Esa es la obligación de cada diputado y funcionario, se entiende como la esencia del ser de la oposición, no la obstrucción.

Debemos construir gobernabilidad, tarea del Presidente, su disposición de concertar con la oposición iniciativas legislativas y obtener respaldo. Nuestra mano está extendida. Esta se construye con capacidad de negociar y hacer concesiones. No es solo apretar un botón. Tampoco funcionará con chantajes, extorsión, prepotencia o sarcasmo. Ni estrategias publicitarias para olvidar los 1.000 millones del plan paseo Cayalá, el hospital privado y una catedral en Nuevo Cuscatlán. Salvo que se busque el debilitamiento de las instituciones.

He vivido la violencia, la guerra, y el desarrollo de la democracia. Construimos juntos la paz buscando reconstruir su tejido social. Cambiamos lo que pudimos, hemos trabajado muy duro, he aprendido esas lecciones. Ni es de arreglarse con el poder debajo de la mesa. No tendría sentido participar arduamente en esos proyectos y luego renunciar al disfrute y perfección de ellos. Bienvenido el tener menos violencia, cambia la percepción de la vida.

Ya es tiempo de liberarnos de la parálisis y jugar cada uno nuestro papel. Académicamente. ¿Los posibles resultados iniciales serán sostenibles?. No soy más de lo mismo.

Diputado