¡Un último paso para una mejor experiencia!

Para brindarte un servicio más ágil y personalizado, necesitamos que completes tu información de facturación.

Actualizar mis datos

Historias que importan, gracias a lectores como tú

El periodismo que hacemos requiere tiempo, esfuerzo y pasión. Cada reportaje es para mantener informado y contar historias que marcan la diferencia

Sucríbete y obtén acceso a contenido exclusivo

  
Suscribirme
EPAPER Especial Derechos Humanos| Ruth López| Donald Trump| Selecta|

Periódicos, historia y lectura crítica

En realidad, el mayor problema hoy día es la proliferación de noticias falsas o sesgadas generadas por "influencers", troles y actores políticos, que tienen los recursos para desinformar y la necesidad de hacerlo. Como bien dice Oscar Picardo, se aprovechan de la inmediatez, de esa perversa urgencia que se ha impuesto en los últimos años que antepone la primicia y a la verificación de fuentes y la elaboración sosegada. No importa la seriedad del emisor de la noticia, sino la novedad.

Por Carlos Gregorio López Bernal
Historiador

Hace poco, Óscar Picardo publicó un sugerente artículo que trata del porqué en pleno boom digital y multi plataformas, el periodismo libre, y sobre todo en papel, sigue siendo importante. Las urgencias impuestas por el acelerado ritmo de vida del siglo XXI, la preocupante dictadura de las imágenes sobre las letras, más la tentación de algunos gobiernos de asfixiar financieramente a los medios que les incomodan, negándoles pautas publicitarias, son algunas de las amenazas que los medios impresos enfrentan. La última es la más conocida; ciertamente que es grave, pero la historia muestra cómo los periódicos han sobrevivido a gobiernos dictatoriales. Algunos se han dado el gusto de haber documentado el ascenso, auge y, caída de gobernantes que pretendieron callarlos. 

Obviamente, hoy día el periodismo impreso, pero también el de formato digital enfrentan la competencia de otras formas de información ancladas en las redes digitales. Tan fuerte es el fenómeno que la mayoría de periódicos tienen versiones en ellas, con lo cual ganan agilidad y presencia entre ciertos sectores de población más afines a lo digital. Por otra parte, en todo país con gobiernos autoritarios hay medios oficiales que trabajan ellos; algunos incluso presumen de que muestran "la otra cara" de la realidad, tan bien lo hacen que borran totalmente "una cara".

Beneficiarios y dependientes del poder, no se preocupan de su sostenibilidad económica, pues son financiados con recursos públicos. Pareciera que tampoco esta es la mayor amenaza. Un lector crítico, sabrá identificar las mejores fuentes de información, independientemente del soporte tecnológico que tengan. Es más, todo lector crítico sabe a qué atenerse frente a un medio oficial. 

En realidad, el mayor problema hoy día es la proliferación de noticias falsas o sesgadas generadas por "influencers", troles y actores políticos, que tienen los recursos para desinformar y la necesidad de hacerlo. Como bien dice Picardo, se aprovechan de la inmediatez, de esa perversa urgencia que se ha impuesto en los últimos años que antepone la primicia y a la verificación de fuentes y la elaboración sosegada. No importa la seriedad del emisor de la noticia, sino la novedad.

La cosa va mejor si lo que dice se ajusta a lo que pienso, a mis filias y fobias. En este punto queda claro que el problema se formula a partir de un binomio emisor/receptor, en donde la falta de seriedad del primero se corresponde con la falta de criterio del segundo. Pero no debiéramos pensar que el fenómeno se queda en el ámbito de "informalidad" digital

Por razones de mi oficio, trabajo mucho con periódicos. Obviamente, la mayoría de ellos están en papel y resguardados en bibliotecas. Hoy día es posible encontrar periódicos del siglo XIX y primera mitad del XX en formato digital, pero la mayoría sigue resguardada en las bibliotecas.

La formación y la experiencia me han enseñado a valorar sus contenidos, guardando el debido distanciamiento crítico. Son fuentes valiosas de información, pero como toda fuente histórica deben ser sometidos a la crítica.

Con el tiempo uno aprende a conocerlos: determinar su agenda, detectar sus afinidades político-ideológicas, qué temas les interesan y cuáles no.

Es más, en el siglo XIX había periódicos de coyuntura, que surgían para responder a una situación determinada: una elección presidencial, una controversia, o para ser plataforma de lo que hoy llamaríamos una organización de la sociedad civil.

En general, eran de vida efímera, pero no por eso menos interesantes. Un detalle importante del siglo XIX, es que la Gaceta o el Diario Oficial, no solo eran el "órgano de gobierno", también contenía noticias e incluso publicidad. Independientemente del periodo y del tema, la regla de oro, es buscar la otra versión, y casi siempre existe.

"¿Cómo se ha conservado la tiranía en todos los tiempos en todos los pueblos? Por la esclavitud de la imprenta".

La hiperbólica afirmación de José Cecilio del Valle muestra bien el poder de la letra impresa, y ese poder deviene en buena medida de su permanencia. Ese sería el rasgo que la distancia de lo digital, no porque este soporte no permanezca, sino porque aún no disponemos de una infraestructura idónea para guardarlo, que sea a la vez accesible y funcional.

Pero las reflexiones de Valle tenían otra vertiente: "Cómo se ha destruido la tiranía? Por la libertad de imprenta".

Para Valle, la libertad de imprenta implicaba más que periódicos y se extendía a libertad de pensamiento. Esa extensión les complica la vida a los dictadores; es fácil limitar la libertad de expresión, pero esta no garantiza suprimir el pensamiento. 

Y en este punto, las capacidades del lector son determinantes y van allá de la alfabetización, o como diría un semiótico, de su habilidad para decodificar signos. El punto clave es la competencia analítica y crítica para examinar y ponderar un texto.

En el sistema educativo aprendemos a leer. Sería deseable que también aprendiéramos a escribir, entendido esto como la capacidad de elaborar un texto de cierta extensión y complejidad, pero la evidencia sugiere que no se logra. Basta con ver las debilidades que presentan muchos estudiantes de nuevo ingreso en la universidad.

Pero incluso leer críticamente puede ser un reto hoy día. Además, hay una creciente tentación de brevedad. Si un lector tiene dificultades para examinar y ponderar el contenido de un texto y, además, es alérgico a textos de cierta complejidad y extensión, es candidato a la desinformación y la manipulación. Así de simple, así de trágico.

"Si la oposición insiste en que hay 30 mil inocentes en el CECOT, eso significa que, de llegar al poder, van a liberar por lo menos a 30 mil… así de sencillo y amenzante (sic)" escribió en X un sociólogo. 34 palabras que muestran los peligros de una lectura ingenua.

En primer lugar, la "oposición" un término tan amplio como impreciso. ¿Cómo precisar quién lo dijo y si, ciertamente lo dijo? No hay manera, hay que creerle a quien lo afirma. Peor aún: concluir que lo afirmado (si así fuera), fatalmente producirá que, de llegar al poder, la oposición procederá a liberar a esos 30 mil reos, cuando no más.

El texto no resiste el análisis, pero recibió 586 "me gusta" y 163 republicaciones y 74 comentarios. Varios comentarios refutaron la publicación y lo hicieron con mucha lógica y buen sentido, pero otros simplemente naufragaron en el análisis. "No debemos permitir que la oposición vuelva al poder nunca más", comentó una señora.

Las reacciones a la publicación serán suficientes para satisfacer el ego del emisor que ya podrá dormir tranquilo, después de haber cumplido su tarea. Ejercicios de este tipo, repetidos miles de veces con lectores acríticos, dan esos resultados. Semejante irresponsabilidad no es posible en un medio impreso, al menos no tan fácilmente.

Historiador, Universidad de El Salvador

KEYWORDS

Noticias Falsas Opinión Periodismo

Patrocinado por Taboola

Utilizamos cookies para asegurarte la mejor experiencia
Cookies y política de privacidad